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En el presente artículo se realiza un estudio sobre los matemáticos que emigraron de España a consecuencia de la guerra civil, que va acompañado de pequeñas biograf ías de la mayoría de ellos, y de un comentario sobre las razones que motivaron su marcha. El trabajo, centrado principalmente en los profesores de la Universidad de Madrid –entonces la más importante y con mayor poder de decisión–, se completa con un análisis de la situación matemática en las décadas anteriores, y con unas notas acerca de las depuraciones y cambios estructurales realizados al finalizar la contienda.

This article presents a study on the emigration of the Spanish mathematicians because of the civil war. Short biographies of most of these mathematicians are written explaining the reasons why they left.

This work, focusing specially on the professors of the University of Madrid –the most important and influential at that time– also analyzes the situation of Spanish mathematics in previous decades, with some comments on the depurations and structural changes by the end of the conflict.

l exilio a Argentina

La mayoría de los intelectuales españoles exiliados se estable-ció en distintos países americanos; buena parte de los ellos lo hizo en México, y el resto en Argentina, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, Venezuela y Estados Unidos. Y la acogida de unos y otros generalmente estuvo propiciada por el prestigio particular del personaje, por conexiones pro-fesionales creadas antes de la contienda, por relaciones per-sonales con otros intelectuales ya instalados en esos países o, cuando menos, fue amparada por la mediación de institucio-nes especialmente creadas con ese objetivo.

A Argentina, en concreto, se desplazó un número considera-ble de científicos, humanistas y, en fin, diversas personalida-des del mundo de la cultura o la política, algunos de ellos de gran relevancia. Por ejemplo, Luis Jiménez de Asúa o Francisco de Ayala, catedráticos de Derecho; el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, ex-rector de la Universidad de Madrid y ministro republicano; Niceto Alcalá-Zamora, ex-presidente de la República; Felipe Jiménez de Asúa, catedráti-co de Medicina; Ángel Ossorio y Gallardo, presidente de la Academia de Jurisprudencia y del Ateneo de Madrid; etc. El número de matemáticos que emigró a Argentina no parece que haya sido muy elevado, aunque en torno a Rey Pastor se

reunió un grupo muy brillante de jóvenes matemáticos que ya Javier PeraltaUniversidad Autónoma de Madrid

de la guerra civil española (y II)

E

El número de matemáticos que

emigró a Argentina no parece que

haya sido muy elevado, aunque en

torno a Rey Pastor se reunió un

grupo muy brillante de jóvenes

matemáticos que ya despuntaban

en España.

NOTA DE LAREDACCIÓN: Este artículo reproduce el publicado en la revista Hispania Novay con el permiso de ésta:

“Sobre el exilio matemático de la guerra civil española” en Gálvez, Sergio (Coord.), Generaciones y memoria de la represión franquista: un balance de los movimientos por la memoria.

Dossier monográfico Revista de Historia Contemporánea Hispania Nova, ISBN: 1138-7319

http://hispanianova.rediris.es/6/dossier/6d026.pdf

La pimera parte apareció en el número 56, de noviembre de 2007.

Febrero 2008, pp. 9-22

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despuntaban en España; alguno de los cuales alcanzaría más tarde renombre internacional. Me refiero en particular a Lluis Santaló, Manuel Balanzat, Ernest Corminas y Pere Pi Calleja, de los que Rey ya conocía su valía matemática; aquéllos, bajo la dirección del maestro, crearían en los años siguientes una auténtica escuela matemática de gran influjo en la matemáti-ca argentina. Conviene precisar además que fue Rey Pastor quien propició el viaje a Buenos Aires, parece ser que corrió con los gastos del mismo e incluso les ayudó a buscar puestos de profesor en distintas universidades argentinas.

También emigraría a Argentina otro ilustre matemático del que más tarde hablaré: Francisco Vera, que asimismo sería ayudado por Rey Pastor. Sin embargo, por su edad –llegaría con más de cincuenta años–, su situación científica –desem-barcó siendo ya una figura consagrada– y su especialización –destacó fundamentalmente en historia de la ciencia–, su caso es muy diferente al de los anteriores, y no parece deba ser incluido en el mismo grupo.

El primero en marchar fue Manuel Balanzat de los Santos. Nacido en Bargas (Toledo) en 1912, Balanzat estudia Ciencias Exactas en la Universidad de Madrid y obtiene una beca durante los últimos cursos de licenciatura y los años de reali-zación del doctorado en el Laboratorio Seminario Mate -mático. Se traslada a París, también con una beca de posgra-do de la JAE, en posgra-donde trabaja con Fréchet en 1934 y 1935 en la teoría de espacios topológicos.

Durante la guerra civil combate en el frente, en el bando repu-blicano, en diferentes batallas, y finalizada la contienda se exi-lia a París. Con la ayuda de Rey Pastor marcha a Buenos Aires, y se incorpora unos meses a su Universidad en el Seminario de Matemáticas que dirige aquél. En 1940 se establece en la Universidad Nacional de Cuyo, y es uno de los fundadores del Instituto Nacional del Profesorado, en donde imparte cursos dirigidos a profesores de enseñanza secundaria.

Desde entonces hasta prácticamente el final de sus días publi-ca numerosos artículos de investigación y diversos libros, como Introducción a la Matemática Moderna, editado en 1946 (se adelanta en unos quince años a la tendencia de la denominada Matemática moderna, que se extenderá por todo el mundo) o El número natural y sus generalizaciones(1953). En 1955 inicia un recorrido que le llevará a trabajar en distin-tos centros: primero, como profesor y jefe de la sección de

Matemáticas del Instituto de Física de San Carlos de Bariloche; después, de 1960 a 1962, es invitado por la Universidad de Caracas, donde imparte cursos de Análisis matemático, Análisis funcional y Teoría de distribuciones; más tarde, de 1962 a 1966, se traslada a Francia y es profesor de la Universidad de Clermont-Ferrand; y finalmente regresa a Argentina y toma posesión de la cátedra de Análisis mate-mático de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Buenos Aires para trabajar en ella hasta su jubilación, en la que continúa después en activo como profesor emérito. Balanzat fue también miembro de la Academia de Ciencias de Buenos Aires y ocupó diversos cargos de representación, como los de secretario y vicepresidente de la Unión Matemática Argentina. Falleció en Buenos Aires en 1994. El siguiente matemático en llegar a Argentina de los más arri-ba citados, y con toda seguridad el de mayor relieve, es Luis

Antonio Santaló Sors, de quien a continuación haré una breve semblanza1.

Santaló nace en Gerona en 1911 y después de cursar la edu-cación preuniversitaria en su ciudad natal se traslada a Madrid y estudia Ciencias Exactas, que finaliza en 1934. En la capital se instala en la Residencia de Estudiantes, en donde participa de su ambiente cultural, y entra en contacto con Rey

También emigró a Argentina otro

ilustre matemático Francisco Vera

que destacó fundamentalmente en

historia de la ciencia.

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Pastor, quien jugará un papel importante en su vida futura. Trabaja en el Laboratorio Seminario Matemático, y en pocos meses se irá haciendo patente su valía; así, a pesar de su juven-tud, es vocal del Comité de Redacción de la Revista Mate -mática Hispano-Americana, junto a R. San Juan, S. Ríos, P. Puig Adam y T. Rodríguez Bachiller.

Al acabar la licenciatura había entrado como profesor en el Instituto Lope de Vega de Madrid pero, aconsejado por Rey Pastor, deja el Instituto y se traslada a Hamburgo, pensionado por la Junta, para trabajar con Blaschke. Bajo la dirección de este último, y avalada por Pedro Pineda, catedrático de Geometría diferencial, presenta la tesis en la Universidad Central, que trata de Geometría integral, y en cuyo campo Santaló sería más tarde una de las mayores autoridades mundiales (según Chern fue el líder de la Geometría integral desde 1950).

Poco después estalla la guerra civil, es reclutado en la Aviación y da clases de Matemáticas para la formación de nuevos mandos en la Aviación republicana. Más tarde se exi-lia a Francia y es internado en un campo de concentración, de donde se escapa, y finalmente llega a París con la ayuda de sus dos maestros: Rey y Blaschke, así como de Cartan. Luego se embarcará en Burdeos con rumbo a Argentina, y el 12 de octubre de 1939 es recibido en Buenos Aires por Balanzat, con quien establecería una gran amistad a lo largo de su vida. Rey Pastor le había buscado el puesto de investigador princi-pal en el recién creado Instituto de Matemática de la Universidad Nacional de Litoral, en Rosario, del que es subdi-rector bajo la dirección de Beppo Levi, y allí continuará hasta 1949. En 1948 visita con una beca Chicago y el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde coincide con Einstein, Gödel, Weyl… Aprovecha al máximo las oportuni-dades que se le brindan y escribe artículos de investigación de gran impacto.

Aunque recibe varias ofertas para quedarse en EEUU, vuelve a Argentina para trabajar en la Facultad Físico-Matemática de la Universidad Nacional de la Plata como profesor de Matemáticas superiores. En 1957 se traslada a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Buenos Aires, en donde realiza una importante labor docente e investigadora, y en 1976, a su jubilación, es nombrado profesor emérito; situación en la que continúa dirigiendo trabajos de investigación y dando confe-rencias y cursos a profesores.

Su impresionante producción científica abarca –según él mismo afirma– los siguientes campos: Geometría integral, Geometría diferencial, Geometría de los cuerpos convexos, Teoría de números, Probabilidades geométricas y Teoría del campo unificado; a los que habría que añadir Educación matemática, así como otros diversos trabajos de divulgación matemática de gran interés. En total, escribió casi doscientos

cincuenta artículos; veinticinco libros (Introduction to Inte -gral Geometry, Geometrías no euclidianas, Geometría Pro

-yectiva, Geometría Espinorial, Integral Geometry and

Geometric Probability…), algunos de ellos traducidos a varios idiomas, y dirigió doce tesis doctorales.

Fue académico titular de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Academia Nacional de Educación, ambas de Buenos Aires; académico correspon-diente de las Academias de Ciencias y Artes de Barcelona, Córdoba (Argentina), Lima (Perú) y Madrid y Miembro hono-rario de la Academia de Ciencias de América Latina; y ocupó la vicepresidencia y presidencia de la Unión Matemática Argentina y de la Academia de Ciencias Argentina. Fue inves-tido doctor honoris causa por diez universidades: Buenos Aires, Politécnica y Autónoma de Barcelona, Sevilla… y un largo etcétera.

Aunque se ubicó definitivamente en Argentina, en donde se casó y tuvo tres hijas, es de destacar su añoranza por España, que se pone de manifiesto, por ejemplo, con motivo del regre-so de Terradas de Argentina a España –de ello se hablará en páginas posteriores–; hecho sobre el que dirá años después2:

En aquellos momentos envidié su suerte. Pensé que nos veríamos allí al cabo de poco. Pero el destino fue otro. No lo volví a ver… (Terradas falleció en 1950).

En cualquier caso, volvió algunas veces a su país para impar-tir distintas conferencias y asisimpar-tir a diferentes congresos. El 22 de noviembre de 2001, a los 90 años de edad, fallecería en Argentina un hombre extraordinariamente afable, senci-llo, caballeroso y delicado en su trato y nos distinguió a todos con una amabilidad nada forzada ni artificial3; de verdadero prestigio internacional y sin duda el matemático hispano más conocido en el mundo matemático extranjero.

(Rey Pastor, Álvaro Ude y José M.ª Torroja)4; (…) un gran geómetra, una gran persona, un gran matemático (...)(W. Benz), en quien se encuentra (…) la conjunción del genio y el trabajador, el poeta y el científico, en un gran espíritu humano inigualable (…)5. Así fue Luis Santaló.

Su producción científica abarca:

Geometría integral, Geometría

diferencial, Geometría de los

cuerpos convexos, Teoría de

números, Probabilidades

geométricas y Teoría del campo

unificado; a los que habría que

añadir Educación matemática.

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Ernesto Corominas Vigneauxnace en Barcelona en 1913, en cuya Universidad estudia la licenciatura en Matemáticas y la carrera de Arquitectura. Al acabar los estudios comienza la guerra civil y se incorpora como oficial de zapadores el Ejército republicano; motivo por el cual tiene que exiliarse al acabar la contienda. Pasa primero a Francia, luego a Chile y más tarde, en 1941, a Argentina. Allí es contratado como pro-fesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo, con sede en Mendoza, de reciente crea-ción, en donde da clase de Estadística.

De 1941 a 1946 permanece en Mendoza, y luego se incorpora durante un año al Instituto de Matemática de Rosario. A con-tinuación es contratado como attaché de recherches en el CNRS de Francia y pasa a trabajar en París con A. Denjoy, quien le dirige la tesis, que trata de teoría de la derivación y conjuntos ordenados. Más tarde, está un año en la Fundación Guggenheim en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (1958) y luego se traslada a Venezuela, en donde trabaja cinco años como profesor de la Universidad Central de Caracas6. En 1964 se le nombra profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lyon, en cuyo destino perma-nece como profesor emérito después de su jubilación en 1982; y acaba sus días en esa misma ciudad en 1992.

Corominas colabora activamente en el seno de la Unión Matemática Argentina, y su labor en Venezuela y Argentina, y también en la Universidad de Lyon, es pionera en algunos aspectos. Su obra, no muy extensa, versa principalmente sobre conjuntos ordenados y teoría de la derivación, y com-pleta en cierta medida la debida a su maestro Denjoy7. Me ocuparé a continuación del último en llegar a Argentina, bajo el patrocinio de Rey Pastor, de aquel grupo de jóvenes matemáticos al que me referí con anterioridad8.

Pedro Pi Calleja nace en Barcelona en 1907, y estudia Ciencias Matemáticas y Arquitectura en su ciudad natal. A continuación marcha a la Universidad de Berlín, en donde per-manece los años 1933-1935 con una beca de la JAE, y recibe cursos de matemáticas de Schur y Bierberbach y cursos de arquitectura en la Technische Hochschule. Regresa a España, presenta su tesis doctoral, titulada Convergencia de integrales dependientes de un módulo variable, que es publicada en la Academia de Ciencias de Barcelona, y es nombrado profesor encargado de curso de la Universidad de Barcelona, y director de la sección de Matemáticas del Instituto de Estudios Catalanes a propuesta de Esteban Terradas. En estos años cola-bora con la Sociedad Matemática Española como vocal de su

Revista –junto a Antonio Torroja Miret– en la ciudad de

Barcelona9.

Al comenzar la guerra civil coopera con el bando republicano como técnico de construcciones, y al finalizar la contienda se

exilia a París y trabaja con Lebesgue en el Instituto Henri Poincaré. Luego contacta con Rey Pastor, y se embarca hacia Argentina en un accidentado viaje que dura más de un año, para llegar al fin a Buenos Aires en 1942. Con la ayuda de su maestro se le nombra profesor de Análisis matemático y Geometría descriptiva de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo, con sede en San Juan, en donde realiza una meritoria labor, que es resaltada en laRevista de la

Unión Matemática Argentina. En esos años escribe algunos

artículos en dicha publicación y en la Revista de Matemáticas y Física Teórica de la Universidad Nacional de Tucumán; así como varios libros, el más interesante de los cuales probable-mente sea Introducción al Álgebra vectorial(1945).

En 1949 se traslada a la ciudad de La Plata para trabajar en la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas de su Universidad, en donde imparte los dos cursos de Introducción a la Matemática Superior (doctorado en Matemáticas) que des-arrolla con gran competencia. Permanece allí siete años y escribe en ese periodo, en colaboración con Rey Pastor y César Trejo, su obra más importante: Análisis matemáticoI, II y III; texto y a su vez enciclopedia en el que se trata todo el Análisis matemático, clásico y moderno, desde una perspecti-va muy actual. También durante ese tiempo tiene una desta-cada participación con la Revista de la UMA, y de 1953 a 1956 es secretario de la Unión Matemática Argentina.

En 1956 regresa a España y se presenta a diversas oposiciones. En 1958 es catedrático de la Universidad de Murcia de Análisis matemático I y II para desempeñar Matemáticas especiales; poco después es catedrático de Análisis matemático I y II de la Universidad de Zaragoza y, finalmente, catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, hasta su jubi-lación en 1970. Fallece en la Ciudad Condal en 1986.

En este entusiasta profesor habría que resaltar, a modo de resumen, no solo su faceta de matemático profundo, sus cola-boraciones con distintas instituciones o su presencia en pres-tigiosos foros científicos (por ejemplo, desde 1974 era acadé-mico correspondiente de la Real Academia de Ciencias de Madrid). También son de subrayar sus excelentes dotes didác-ticas, de las que dejó constancia tanto en sus clases como en sus magníficos tratados matemáticos universitarios.

A continuación haré un breve apunte biográfico de Francisco Vera Fernández de Córdoba10.

Francisco Vera, nacido en Alconchel (Badajoz) en 1888, fue matemático, periodista, filósofo y, principalmente, historiador de la ciencia. Pero antes de nada, posiblemente proceda seña-lar en relación con esa última faceta, que nunca escribió sobre historia sin contrastar la información, acudiendo constante-mente a las fuentes iniciales; razón por la cual llegó a contra-riar a otros autores no tan bien documentados [el caso más

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destacado a este respecto seguramente sea el de su conferen-cia, pronunciada en el Ateneo de Madrid, titulada Los histo-riadores de la Matemática Española, como réplica al discur-so de recepción de Echegaray en la Real Academia de Ciencias: De las Matemáticas puras en España(1866), en el que este último afirmaba la inexistencia de matemáticos espa-ñoles de un cierto relieve; si bien asimismo intervino en algu-na otra polémica desde las págialgu-nas del diario El Liberal].

Vera era republicano, masón, teósofo, antifranquista y pro-fundamente liberal, y fue condenado a muerte, entre otros motivos, por haber escrito el código criptográfico del Ejército republicano. Tenía razones por tanto para exiliarse, y así lo hizo a finales de enero de 1939, cuando se vislumbraba clara-mente la victoria de Franco. Su primer destino, como el de casi todos los emigrantes republicanos, fue Francia (en su caso, probablemente influyera asimismo en esta decisión el hecho de haber estado trabajando en París anteriormente, de 1912 a 1914, en la editorial Hispano-Americana); y de allí se trasladó a la República Dominicana, en algunos de cuyos periódicos (La Opinión, Listín Diario…) existen testimonios de la buena acogida que se le dispensó.

A su esposa, sin embargo, no le iba bien la altura de ese país, motivo por el cual decide marchar en 1941 a Colombia, en donde trabaja como profesor de la Universidad Nacional y la Escuela Normal Superior, ambas de Bogotá, además de impartir numerosos cursos y conferencias. De allí se desplaza a Cuba, Brasil y otras naciones iberoamericanas, hasta que en 1943 se instala en Argentina, donde es recibido y ayudado por Rey Pastor. Es entonces profesor de la Universidad de La Plata y del Colegio de Estudios Superiores, y poco después profesor de la Universidad de Buenos Aires, ciudad en que ya fija su residencia hasta su fallecimiento en 1967.

Antes de su exilio Vera había sido director de Anales de la Universidad de Madrid, y a lo largo de su vida escribe más de treinta y cinco obras sobre Matemáticas, Historia de la Ciencia y Filosof ía científica; labor que, como se ha dicho, se extiende también como periodista y articulista (son de men-cionar, por ejemplo, sus interesantes crónicas en relación con la estancia de Einstein en Madrid en 1923 y la teoría de la rela-tividad); además de como divulgador científico y excelente conferenciante. De su inmensa producción científica ré lo que me parecen sus cuatro contribuciones más destaca-bles: su tesis, debidamente argumentada, de la existencia de matemáticos españoles de algún relieve a lo largo de la histo-ria; el haber descubierto que Fibonacci podría haber copiado diversas ideas y ejemplos del judío catalán Savasorda; la luci-dez con que vislumbró la importancia futura de la Topología –materia que sólo desde 1942 había tomado carta de natura-leza– al incluir un capítulo sobre esta materia en su Breve his-toria de la Geometría(1948); y, por último, sus excelentes tra-tados sobre Historia de la Ciencia.

El exilio a otros países

Como de algún modo ya se ha dicho, la mayoría de los mate-máticos que emigraron a causa de la guerra civil se marchó en un primer momento a Francia; sin embargo, más tarde casi todos se trasladarían a América. De estos últimos, el exilio más importante se localizó en México y, en menor parte –si bien, muy cualificado–, lo hizo en Argentina. Aunque tam-bién hubo algunos que se refugiaron en otros países america-nos, principalmente en la República Dominicana.

Historia de la Matemática en España, de Francisco Vera

Vera era republicano, masón,

teósofo, antifranquista y

profundamente liberal, y fue

condenado a muerte, entre otros

motivos, por haber escrito el

código criptográfico del Ejército

republicano.

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Uno de los que se quedaron en Francia fue un interesante personaje que, al menos institucionalmente, estuvo muy vin-culado a nuestra comunidad matemática: el general Emilio Herrera Linares. Nacido en Granada en 1879, estuvo estre-chamente ligado al inicio de la aeronáutica española; así, fue jefe del aeródromo de Cuatro Vientos y director de la Escuela Superior Aerotécnica, y a él se debe el proyecto e instalación del primer túnel aerodinámico existente en España, en el que Juan de la Cierva estudió los rotores de sus primeros autogiros.

El general Herrera también fue miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid, y uno de los personajes destacados de nuestra vida matemática, pues ocupó una de las vicepresiden-cias de la Real Sociedad Matemática Española bajo el manda-to de Octavio de Toledo. [Hay por ciermanda-to un hecho curioso en relación con su actividad en la Sociedad que no me resisto a contar, y es el siguiente: en la sesión del 14 de abril de 1928, Herrera comunica que la sección de Aeronaútica (?), a través de los señores Herrera y Kindelán, ha puesto a disposición de la Sociedad un globo libre para la realización de pruebas cien-tíficas11; recurso que sin duda debió de ser utilizado a suma satisfacción, puesto que en el acta del 5 de mayo de ese año se da cuenta del cumplimiento de esa extraña actividad matemá-tica en estos términos12: Se comunica a la Sociedad que (...) se realizó con toda felicidad la excursión en globo libre (…) y se acordó dar las gracias al coronel Kindelán y al General Director de Preparación en campaña por las facilidades que dieron y la acogida que dispensaron a los expedicionarios]. En el inicio de la guerra civil Herrera se encontraba en Santander dictando el curso Aerodinámica y Aviación en la Universidad Internacional de Verano, y acompañó a su rector Blas Cabrera en la evacuación del personal de la misma13. Aunque monárquico –había sido gentilhombre de cámara del rey Alfonso XIII–, permaneció fiel a la República y se incor-poró en los primeros meses de la contienda a su destino en Madrid. Al finalizar la guerra se exilió en París y colaboró acti-vamente en el seno de la Unión de Intelectuales Españoles, con el Instituto de Estudios Hispánicos de la Sorbona, con las revistas L’Espagne Républicainee Independencia14… Nom bra -do socio de honor del Ateneo Español de México, en los últi-mos años de su vida fue jefe del Gobierno republicano en el exilio, y falleció en Ginebra en 1967.

Retomando el asunto planteado en esta sección, me ocuparé ahora de los refugiados en la República Dominicana; de los que hay que decir en primer lugar que la mayoría de ellos lle-garon en expediciones colectivas sufragadas por el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles. En total, los emigra-dos a este país debieron ser del orden de unos cuatro mil; número muy elevado si se tiene en cuenta que allí estaba implantado un régimen dictatorial, encabezado por Trujillo (nótese a este respecto que, sin embargo, otros Gobiernos

ibe-roamericanos más o menos democráticos impidieron la entrada de exiliados republicanos o la limitaron a casos indi-viduales). No obstante, conviene precisar que la emigración a la República Dominicana fue muchas veces pasajera, dada la escasez de recursos del país y la consiguiente dificultad para encontrar trabajo15.

Posiblemente el matemático más importante de los que se refugiaron inicialmente en esa nación haya sido Francisco Vera; si bien estuvo además en otros países, especialmente en Argentina, en donde pasaría la mayor parte del exilio; razón por la cual ha sido incluido en la sección precedente. El resto de los emigrados a la República Dominicana tienen una menor proyección científica; además, en general, no destaca-ron estrictamente en Matemáticas, sino en áreas colindantes, como Astronomía, Topograf ía o Cartograf ía.

El más sobresaliente de esos últimos es Amós Sabrás Gurrea, nacido en Logroño en 1890 y fallecido en Santo Domingo en 1967. Sabrás fue catedrático de Matemáticas de Instituto, en Huelva, Madrid y Barcelona, siendo elegido en 1933, precisa-mente, presidente de la Asociación de Catedráticos de Instituto. También fue vocal y, desde principios de 1935 hasta el comienzo de la guerra, vicepresidente de la Sociedad Matemática Española bajo la presidencia de López Soler. Tuvo cierta relevancia política, pues en las elecciones munici-pales del 12 de abril del 31 que trajeron la República, fue ele-gido concejal de Huelva, y luego alcalde de la ciudad, cargo del que dimitió para presentarse a diputado por Logroño por el PSOE. Resultó elegido, y en 1933 cambió esa circunscripción por la de la provincia de Huelva.

Después de la guerra civil emigró a la República Dominicana, y trabajó como profesor de Matemáticas y de Astronomía en la Universidad de Santo Domingo, y como profesor de la Escuela Superior de Peritos Contadores de esa ciudad. Fundó el laboratorio de Astronomía de la Universidad y desempeñó

El general Herrera también fue

miembro de la Real Academia de

Ciencias de Madrid, y uno de los

personajes destacados de nuestra

vida matemática, pues ocupó una

de las vicepresidencias de la Real

Sociedad Matemática Española

bajo el mandato de Octavio de

Toledo.

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la jefatura del departamento de Astronomía y Geof ísica del Instituto Geográfico de Santo Domingo16.

Ese último Instituto había sido creado en 1940 por otro mate-mático e ingeniero militar español: Ramón Martorell Otzet, también exiliado a la República Dominicana. Nacido en Barcelona en 1901, se dedicó principalmente a la Cartograf ía, y falleció en México en 1967.

En la fundación del anterior Instituto colaboraron con Martorell otros dos refugiados: el teniente coronel de Estado Mayor Aurelio Matilla y el matemático Domingo Martínez Barrio17. El segundo, nacido en Madrid en el año 1900, sobre-sale principalmente en el campo de la Topograf ía; de él hay que decir que además de su trabajo en el Instituto Geográfico, fue profesor de Matemáticas en la Escuela Superior de Ciencias Económicas de Santo Domingo18.

El último matemático emigrado a la República Dominicana del que tengo referencia es José V. Montesino Samperio, quien más tarde se trasladaría a Venezuela. Nacido en León en 1913, trabajó fundamentalmente en Estadística19.

A Venezuela también se exilió Ángel Palacio Gros, matemá-tico y profesor de la Universidad de Madrid, que fue conde-nado a varios años de cárcel por su participación militar al lado de la República. Al salir de la cárcel se marchó de España y fue profesor del Instituto Pedagógico Nacional y de la Universidad Central de Caracas, así como de la Universidad de Maracaibo. En su destierro escribió tres libros: Apuntes de geometría del espacio y teoría geométrica de las secciones

cóni-cas, Curvas planas y alabeadas y teoría de superficies y

Ejercicios de Análisis matemático; y los últimos años de su vida los pasó en España20.

En otras naciones americanas distintas a las ya mencionadas no es fácil hallar matemáticos exiliados de la guerra civil. Tan solo he encontrado a estos dos: José Riera Fernández21, naci-do en la ciudad asturiana de Langreo en 1911 y emigranaci-do a Bolivia, en donde fue profesor de la Universidad de San Andrés, en La Paz, y director del Instituto Español de Bolivia; y el también ingeniero Juan Serrallos, nacido en 1896 en Barcelona y exiliado a Estados Unidos22.

Por último, acaso debieran citarse asimismo dos personajes muy significados en el campo de la Filosof ía: José Ferrater Moray Juan David García Bacca, por sus aportaciones a la Lógica matemática, disciplina sobre la que prácticamente no se había investigado en España desde su introducción por Ventura Reyes y Prósper a finales del siglo XIX23. El primero de los anteriores, nacido en Barcelona en 1912, finalizaba sus estudios de Filosof ía cuando estalló la guerra civil, y se exilió a Cuba (1939), Chile (1941) y Estados Unidos (1947)24, y final-mente regresó a nuestro país; posiblefinal-mente su trabajo más

conocido en el área mencionada sea el libro Lógica matemáti-ca, escrita en colaboración con Huges Leblanc. De García Bacca25, nacido en Pamplona en 1901 y exiliado a Ecuador (1939), México (1942) y Venezuela (1947), hay que destacar sus dos obras: Historia filosófica de las Ciencias e Introducción a la lógica matemática.

Termina la guerra

Pedro Sáinz Rodríguez había sido nombrado ministro de Instrucción Pública del primer Gobierno franquista el 17 de febrero de 1938, y duró en el cargo hasta el 28 de abril de 1939, en que se hizo cargo del Ministerio Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno, a la sazón primer ministro de Justicia de Franco. Al abandonar este último el Ministerio, el 9 de agosto de 1939, el departamento pasó a llamarse Ministerio de Educación Nacional, y se puso a su frente, hasta el 19 de julio de 1951, a José Ibáñez Martín, catedrático de Geograf ía e Historia del Instituto San Isidro de Madrid. Sobre las normas legislativas al finalizar la guerra civil y durante los meses posteriores, referentes a los profesores, hay que decir que en el BOE del 3 de febrero de 1939 se disponía que los funcionarios del Ministerio de Instrucción Pública que hasta ese momento no hubieran pedido su rehabilitación o no se hubiera resuelto su expediente, debían pedir su rein-greso antes del 18 de julio. Además, por Órdenes del 4 y 22 de febrero de 1939, no pocos catedráticos que se habían ido exi-liando desde el comienzo de la guerra son expulsados, y tam-bién un número respetable de aquellos que se quedaron en España son encarcelados o apartados del servicio. A todo ello habría que añadir que en la Ley de 10 de febrero y en la Orden de 18 de marzo de 1939 se especificaba igualmente que la pasividad de quienes no hubieran colaborado con la victoria de los vencedores, pudiéndolo haber hecho, sobrellevaría una sanción grave; asimismo, el ministro de Instrucción Pública

Además de los aproximadamente cien

catedráticos que se exiliaron, unos

cien, que permanecieron en España,

fueron sancionados o sujetos a

proceso. Parece evidente que la

Universidad española quedó en una

triste situación y que el Gobierno

franquista hubo de acometer una

importante reorganización, que

asimismo se extendió a la mayoría de

las restantes instituciones científicas.

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creaba la Comisión Superior Dictaminadora de los expedien-tes de depuración y se precisaba el procedimiento para tales depuraciones.

Para hacerse una idea de cuál era el número de catedráticos existentes al finalizar el conflicto armado, habría que tener en cuenta entonces, además de los aproximadamente cien que se exiliaron, cuántos fueron separados de su cátedra. Según manifiesta el doctor José Puche Álvarez –catedrático de Me -di cina y exrector de la Universidad de Valencia, separado del servicio el 29 de junio de 1939 y emigrado a México– en una carta a Ernesto García Camarero26, del total de catedráticos de Universidad que permanecieron en España, unos cien fueron sancionados o sujetos a proceso; y estas cifras no varían sus-tancialmente en otros autores. Así, por ejemplo, J. Claret27 considera que los aproximadamente 600 catedráticos (entre activos y excedentes) que había antes de la contienda se que-daron en 1940 en poco más de 380; y el mismo autor recoge otras opiniones parecidas28como las de S. Riera quien afir-ma29 que de 575 catedráticos en activo y 40 excedentes en 1935 se habría pasado, respectivamente, a 319 y 20 en 1940; etc. V. Lloréns, por su parte, estima que la cifra inicial estaría comprendida entre 500 y 575, y que después de la guerra, a consecuencia de la emigración, la jubilación, la destitución o la defunción por muerte natural o violenta –especialmente significativos son los fusilamientos de los rectores de Oviedo: Leopoldo Alas (hijo de Clarín) y de Granada: Salvador Vila-, la cantidad se habría reducido aproximadamente a la mitad30. En cualquier caso, parece evidente que la Universidad espa-ñola quedó en una triste situación y que el Gobierno fran-quista hubo de acometer una importante reorganización, que asimismo se extendió a la mayoría de las restantes institucio-nes científicas.

Por si fuera poco lo anterior, hay que añadir a todo ello que además pudo adoptarse alguna otra medida represiva particu-lar contra aquellos profesores que estuvieran sometidos a sos-pecha. Tal es, por ejemplo, la decisión de la primera Junta de Gobierno de la Universidad de Madrid, que después de felici-tar al Ejército Nacional y a su Invicto Caudilloy recordar a los docentes fallecidos durante la dominación del Gobierno rojo, acuerda la reducción del cincuenta por ciento de los haberes a los profesores con expedientes abiertos aún sin resolver31. (He de advertir que buena parte de los datos de los que dis-pongo se refieren a la Universidad Central y otras institucio-nes madrileñas –por otro lado, las de mayor significación científica de España–; razón por la cual es probable que las omisiones que pudieran producirse en el futuro afecten prio-ritariamente a universidades y corporaciones correspondien-tes a otras provincias.)

En algunas áreas, como Físicas, tales medidas produjeron un cambio radical en las instituciones dedicadas a su estudio e

investigación. Así por ejemplo, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, en donde residía en mayor medida su poder científico, el único catedrático de la sección de Físicas que colaboró con los vencedores fue Julio Palacios Martínez (1891-1970), catedrático de Termología. De los cuatro restan-tes de esta sección, Blas Cabrera, Arturo Duperier, Miguel Catalán y Esteban Terradas, los dos primeros se habían exilia-do y fueron expulsaexilia-dos, Catalán colaboró con el banexilia-do nacio-nal en tareas humanitarias, pero al finacio-nal de la guerra fue san-cionado, y Terradas se encontraba fuera de España y, como enseguida se verá, tardaría alrededor de un año en volver.

Entre los matemáticos, sin embargo, la represión y sus efectos derivados en las instituciones correspondientes no fueron tan importantes; acaso porque la mayoría de sus personajes más ilustres, al menos en la Universidad de Madrid, no parece que se significara social ni políticamente. Pero comencemos recordando quiénes eran los catedráticos de la sección de Matemáticas de su Facultad de Ciencias32: Faustino Archilla y Salido, Geometría de la posición; José Gabriel Álvarez Ude, Geometría descriptiva; Sixto Cámara Tecedor, Geometría analítica; Daniel Marín Toyos, Análisis matemático 3º: Ecua -ciones diferenciales), José Barinaga Mata (Análisis matemáti-co), Pedro Carrasco Garrorena (Física matemática), Francisco de Asís Navarro Borrás (Mecánica racional), Pedro Pineda Gutiérrez (Geometría diferencial), Olegario Fernández Baños (Estadística matemática), Tomás Rodríguez Bachiller (Aná -lisis matemático 4º: Teoría de las funciones) y Ricardo San Juan Llosá (Análisis matemático).

De todos los anteriores sólo se exilió Pedro Carrasco, que fue separado del servicio, junto a Honorato de Castro –y otros científicos como Moles o Bolívar– el 4 de febrero de 1939 (BOE del 7 de febrero), por los antecedentes completamente desfavorables y en abierta oposición con el espíritu de la nueva

España de los encausados33; y expulsado, en compañía de

Honorato de Castro y otros profesores universitarios el 29 de

El general Herrera también fue

miembro de la Real Academia

de Ciencias de Madrid, y uno de

los personajes destacados de

nuestra vida matemática, pues

ocupó una de las

vicepresidencias de la Real

Sociedad Matemática Española

bajo el mandato de Octavio de

Toledo.

(9)

julio de 1939, por su desafección al nuevo Régimen y por la pertinaz política antinacional y antiespañola en los tiempos precedentes al Glorioso Alzamiento Nacional34.

Respecto de los catedráticos universitarios de Matemáticas que se quedaron en España, el que considero caso más signi-ficativo de los que tengo información es el de Roberto Araujo García, catedrático de Análisis matemático de la Universidad de Valencia, parece ser que comprometido con el bando repu-blicano35, y uno de los diecinueve profesores sancionados –doce de ellos catedráticos– de esa Universidad. Así, aunque el 11 de junio de 1939 la Auditoría del Ejército no encuentra en su caso materia delictiva, el 7 de diciembre se le abre expe-diente, y el 4 de julio de 1940 (BOE del 16 de julio) se le sepa-ra del servicio y se le condena a seis años y un día de prisión36

por auxilio a la rebelión y por haber ocupado el cargo de

interventor del Patronato universitario el 5 de marzo de 1938. El juez instructor le acusa entonces de vinculación con el Partido Radical Socialista, de colaboración con las izquierdas en general y de ser protestante; argumentos que Araujo con-testa desde la prisión, aduciendo que las imputaciones corres-ponderían más bien a una apreciación puramente subjetiva del Juzgado. En definitiva, no se le reintegrará al servicio hasta el 17 de julio de 1946, una vez finalizada la condena37. Araujo, que había trabajado con Rey Pastor en la Laboratorio Seminario Matemático, es una de las jóvenes promesas de nuestra vida matemática38cuando nace la Sociedad Mate má -tica Española (escribe, por ejemplo, “Homología de superfi-cies de segundo orden” en el primer número de su Revista39). Había obtenido la cátedra del Instituto de Granada en 1921, antes de ser catedrático de la Universidad de Valencia y, desde ésta, se trasladó a la Universidad de Zaragoza una vez termi-nada la sanción impuesta al acabar la guerra. Sobre él se pro-nunciaba entrañablemente el Prof. J. J. Etayo, alumno suyo en Zaragoza:

¡Qué excelente persona D. Roberto! Hombre bondadoso, entregado a nosotros y a quien seguramente no supimos aprovechar bien. Todavía, de tarde en tarde, me obsequia-ba con su visita en la Facultad de Madrid, a donde solía ir para hurgar con su inveterada costumbre en la biblioteca, y así se me une ahora al primero este último recuerdo, en que le veo viejecito, fallándole a veces la memoria, pero interesado y cariñoso y con una suerte de halo poético que nunca le faltó. Algún día desapareció suavemente, como siempre hacía, y nadie supimos cuándo ni cómo. Quede para él este recuerdo profundo y vivamente afectuoso40. Otro de los relevantes matemáticos sancionados es el valliso-letano José Barinaga Mata (1890-1965), sucesor de Octavio de Toledo, desde 1931, en la cátedra de Análisis matemático de la Universidad Central. Barinaga, de quien ya se ha hablado, pasó toda la guerra en Madrid; fiel al Gobierno de la República fue separado del servicio y su expediente se trasla-dó al Tribunal de Responsabilidades Políticas

correspondien-te41. Había sido por ejemplo secretario general de la Univer -sidad de Madrid desde septiembre de 1938, y profesor del Instituto Obrero de Madrid42; y es definido por sus acusado-res como uno de los más exaltados revolucionarios43. En con-secuencia, fue separado del servicio durante una larga etapa, por lo que tuvo que volver (…) a sus 49 años (…) a ganarse la vida en las academias preparatorias de su juventud, y así durante casi siete años, hasta su rehabilitación en 194644.

José Barinaga Mata

Menos grave, sin duda, fue la sanción impuesta al madrileño José Gabriel Álvarez Ude (18761958), catedrático de Geo -metría descriptiva de la Universidad Central, acusado de haber sido de izquierdas en su juventud y amigo íntimo de Ángel Ossorio y Gallardo (que había pasado del

conservadu-rismo monárquico a embajador durante la República, exiliado a Argentina). Sin embargo, aunque el imputado negó los car-gos, se definió como persona de derechas y católica y refirió la

Barinaga pasó toda la guerra civil

en Madrid; fiel al Gobierno de la

República, fue separado del

servicio y su expediente se

trasladó al Tribunal de

Responsabilidades Políticas

correspondiente. Había sido

secretario general de la

Universidad de Madrid desde

septiembre de 1938, y profesor del

Instituto Obrero de Madrid; sus

acusadores lo definen como uno

de los más exaltados

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relación con Ossorio a los años de su juventud anteriores a la Dictadura de Primo de Rivera en que ambos militaban en el Partido de Acción Social Popular, se le suspendió de empleo y no se le reintegró a su cátedra hasta el 14 de mayo de 1941 (la resolución apareció en el BOE del 14 de junio45).

Álvarez Ude, la mejor cabeza matemática que en mi larga vida he conocido46, según dice Rey Pastor, tiene sin embargo una escasa producción científica, debida al horror a la publi-cidad y a sus impresionantes rigor matemático y sentido auto-crítico, que le hacen infravalorar la originalidad y profundi-dad de sus ideas47. Aunque no tiene reparos algunas veces en expresar sus ideas fuera de España, y así, por ejemplo, corrige en una ocasión la solución que Barisien dio a un problema de Brocard (finalmente ambos, aconsejados por Retali, más tarde le darían la razón48).

Pero volvamos ahora a un planteamiento más general, no cir-cunscrito exclusivamente al caso de los matemáticos. El ministro Sáinz Rodríguez nombra decano de la Facultad de Ciencias de Madrid al catedrático de la sección de Químicas Luis Bermejo Vida (antes de la guerra, como se ha visto, el cargo lo ocupaba Pedro Carrasco). Y los cambios afectarán a la mayoría de las Facultades y Universidades; como la Universidad Central, cuyo rector José Gaos –autor del térmi-no transterrados para designar a lo exiliados–, emigrado a México, fue sustituido por Pío Zabala.

En fin, no me entretendré más en las variaciones en la cúpula de buena parte de las instituciones científicas, y me referiré únicamente a dos de las mencionadas en páginas anteriores: la Escuela Superior Aerotécnica, regida por el luego exiliado Emilio Herrera -y cuyo profesorado, generalmente compues-to por militares de Aviación, había quedado casi en su compues- totali-dad fiel a la República-, y para cuya dirección fue nombrado el general Vicente Roa Miranda; y la Real Academia de Ciencias, de la que fue despojado de su puesto el anterior presidente, Blas Cabrera y, junto a él, otros académicos, como Emilio Herrera o Enrique Moles.

Otras corporaciones sufrieron alteraciones más profundas, como la JAE, que el 24 de noviembre de 1939 fue disuelta y también creado su heredero: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (dos días después se nombró al personal directivo de su Instituto Jorge Juan de Matemáticas, con Rey Pastor como director; José María Orts Aracil, cate-drático de la Universidad de Barcelona, como vicedirector; Francisco Navarro Borrás, catedrático de la Universidad Central, como secretario y Ernesto de Cañedo-Argüelles, catedrático de la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid, como vicesecretario). Asimismo, el 8 de diciembre de 1937, fecha elegida para colocar la vida doctoral bajo los auspicios de la Inmaculada Concepción de María49, fue vuelto a crear por el Gobierno de Burgos el Instituto de España.

Igualmente cambió la presidencia de la Sociedad Matemática Española, que Barinaga había ocupado durante la contienda, y pasó a dirigirla López Soler, su anterior presidente. Por cier-to, probablemente sea oportuno hacer constar a este respec-to, tanto el acierto y el pundonor de Barinaga en el manteni-miento de la Sociedad mientras duró la guerra, como la importante labor desarrollada por López Soler, que supo con-ducirla en épocas políticamente muy inestables: antes y des-pués del conflicto armado, defendiendo la institución por encima de los serios avatares que acontecieron50.

Pese a todo lo dicho anteriormente, a lo que quizás cabría agregar algún otro caso de importancia menor, como el de Ricardo San Juan, catedrático de Análisis matemático de la Universidad Central, a quien el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Madrid le abre expediente, que finalmente se resuelve con sentencia absolutoria; creo poder afirmar a modo de resumen que, salvo algunas situaciones aisladas, la gran mayoría de los catedráticos universitarios de Matemá -ticas que permaneció en España pasaría su depuración sin mayores problemas. En particular, la rehabilitación fue inme-diata para aquellos que habían sufrido sanciones republicanas o tenían un pasado conservador. Tales son los casos de Daniel Marín Toyos, catedrático de Ecuaciones diferenciales de la Universidad Central, que es cesado por la República el 24 de septiembre de 1937 y readmitido el 28 de octubre de 1939; o, por ejemplo, de Pedro Pineda Gutiérrez y Sixto Cámara Tecedor, catedráticos, respectivamente de Geometría diferen-cial y Geometría analítica de esa Univer sidad, que son confir-mados en sus cátedras el 4 de septiembre de 1939 (BOE del 18 de septiembre); etc.

Terminaré este apartado haciendo una breve mención a la situación después de la contienda de dos ilustres personajes: Esteban Terradas y Julio Rey Pastor, que pasaron la guerra civil en Argentina.

La Junta de Apliación de Estudios,

fue disuelta el 24 de noviembre de

1939 . Su heredero: el Consejo

Superior de Investigaciones

Científicas fue creado el mismo

día. Para su Instituto Jorge Juan

de Matemáticas, fue nombrado

Rey Pastor como director y José

María Orts Aracil, catedrático de

la Universidad de Barcelona,

como vicedirector.

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Ambos profesores, como era preceptivo, elevaron los corres-pondientes escritos al ministro de Instrucción Pública, expli-cando su actuación durante la guerra y solicitando su reingre-so en los puestos que ocupaban anteriormente; aunque la situación de ambos, a tenor de lo prescrito por la Ley de Responsabilidades Públicas, podría ser delicada, pues ninguno de ellos hizo intento alguno por volver a la España Nacional para contribuir al desarrollo del Movimiento. No obstante, gracias en buena medida a las gestiones de Julio Palacios –que en marzo de 1939 había sido recompensado por su actitud durante el conflicto armado con el vicerrectorado de la Universidad de Madrid, y en julio con la vicepresidencia del Instituto de España; si bien en 1944 sería cesado en todos sus cargos y confinado a Almansa por firmar, junto con otros inte-lectuales, el Manifiesto de Lausanneen apoyo de Don Juan–, y a la conveniencia de su regreso para la reorganización de la vida científica, son rehabilitados sin mayores dificultades a sus respectivas cátedras (en el caso de Terradas, el 3 de febrero de 1940 se reincorpora a su cátedra de Madrid, de la que el 23 de septiembre de 1931 había sido desposeído por la República por influencias de elementos políticos de extrema izquierda51). Tras una breve estancia en Madrid en 1940, Terradas se esta-blece definitivamente en 1941 aunque, no obstante las pro-mesas recibidas, no se le autorizaría a partir de entonces simultanear las estancias y docencia en España y Argentina. Rey Pastor, sin embargo, no se decidirá todavía a regresar, pero se le permite seguir ausente hasta que finalmente vuelve en 1948, a su edad de jubilación; entonces, como si no hubiera pasado nada, pondrán a su disposición Facultades, Escuelas de Ingenieros, Instituto de Investigación, etc.52.

Nota final

Si bien no tengo suficiente información sobre la existencia de reconocimientos académicos o sociales a los matemáticos exi-liados, no querría terminar este trabajo sin exponer los datos de los que dispongo relativos a varios de los personajes más importantes de la emigración aquí citados. He de advertir, sin embargo, que no me parece probable que todos ellos hayan recibido un merecido homenaje.

Diré en primer lugar que no voy a incluir los casos de Terradas ni Rey Pastor ya que, como se ha visto, no pueden ser consi-derados como exiliados republicanos; además, los dos regre-saron en plena dictadura, y se reintegraron a su vida académi-ca en España con relativa normalidad.

Comenzaré con el f ísico Blas Cabrera y con alguno de los actos en su honor de los que ha sido objeto; aunque me centraré en aquellos –posiblemente los más emotivos– celebrados en Canarias53. Así, por ejemplo, Arrecife, su ciudad natal, además de erigir un monumento en su memoria, puso el nombre de Blas Cabrera Felipea un instituto (1974); la Universidad Inter -na cio-nal de las Palmas Pérez Galdósle rindió un sentido home-naje en el primer centenario de su nacimiento (1978); etc. Pero acaso los acontecimientos más relevantes hayan sido los dos siguientes. El primero de ellos tuvo lugar con ocasión del cincuenta aniversario de su muerte (1995), en cuya conmemo-ración se realizó la exposición Blas Cabrera: vida y obra de un científico y se celebró el Congreso Blas Cabrera: su vida, su tiempo, su obra. Como fruto de esta última iniciativa, la socie-dad Amigos de la Cultura Científicaha editado su obra comple-ta (alguno de sus tomos en colaboración con otras

corporacio-Albert Einstein en su visita a Madrid, es recibido por el Rey Alfonso XII. Blas Cabrera es el segundo por la izquierda.

(12)

nes canarias o la Universidad Internacional Menéndez Pelayo) y ha propiciado la creación en Arrecife del Centro científico-cul-tural Blas Cabrera, auspiciado por el Cabildo de Lanzarote. El segundo homenaje al que me refería es el realizado en 2002 en La Laguna por la cátedra Blas Cabrera(creada en el año 2000 en la Universidad de La Laguna), el Instituto “Cabrera Pinto” de esa ciudad (en donde estudió nuestro protagonista), junto a otras instituciones. En ese acto se erigió una escultura con su busto, se le nombró hijo adoptivo de la ciudad, se dedi-có una calle a su nombre y la cátedra constituida en su memo-ria adoptó la decisión de organizar anualmente actividades culturales para mantener vigentes los valores defendidos por el padre de nuestra f ísica.

Otro de los personajes no exactamente matemático, pero que mantuvo una estrecha relación con nuestra vida matemática, el general Emilio Herrera, también recibió un reconocimiento público de Granada, su ciudad natal, que se encargó de la repa-triación y sepelio de sus restos mortales y le nombró Hijo Predilecto de la ciudad. Asimismo, para dar a conocer tanto su persona como su obra, en 1994, se constituyó la Fundación Emilio Herrera Linares, hoy consolidada gracias a la ayuda prestada por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, el Colegio de Ingenieros Aeronáuticos y la Fundación AENA, y cuyos fondos están actualmente en depósito en una exposición ubicada en la biblioteca de la citada Escuela de Ingenieros.

Refiriéndose ya a las personalidades matemáticas menciona-das en las páginas precedentes, hay que hablar en especial de Luis Santaló, quien fue objeto de numerosos reconocimien-tos54 a lo largo de su vida. Limitándose a las distinciones efec-tuadas por instituciones españolas, son de resaltar la conce-sión de la Medalla de la Universidad de Valencia (1993), la designación de Socio de Honor de la Real Sociedad Mate -mática Española en visita que su presidente le hizo en 1999, etc.; aunque sin duda han sido las universidades y corporacio-nes catalanas quicorporacio-nes le han rendido un mayor número de homenajes. Así, por ejemplo, fue nombrado Miembro corres-pondiente del Instituto de Estudios Catalanes y Socio de Honor de la Sociedad Catalana de Matemáticas, ha recibido la Medalla Narcis Monturiol a la Ciencia y Tecnología y la Cruz de San Jordi (ambas de la Generalitat de Catalunya), ha sido creada una cátedra con su nombre en la Universitat de Girona…

En cualquier caso, posiblemente los dos galardones más impor-tantes recibidos por Santaló sean el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica (1983) y la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, otorgada por el Rey Juan Carlos y entregada por el embajador de España en Argentina en 1996. Del resto de los matemáticos exiliados a este último país no tengo referencias de cierta significación, salvo del homenaje realizado a todos ellos en el seno de las XI Jornadas sobre el aprendizaje y la enseñanza de las Matemáticas, que

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das por la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas se celebraron en el año 2003 en las Palmas de Gran Canaria. En dicho congreso se inauguró una escultura matemática denominada “Esponja de Menger” erigida en su honor en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología de aque-lla ciudad, y se escribió un libro en su reconocimiento, titula-do Argentina, España y las Matemáticas, en el que figuran dis-tintos artículos dedicados a Santaló, Pi Calleja, Balanzat… Para finalizar, me referiré a los refugiados en México, a todos los cuales -matemáticos y no matemáticos-, junto a la figura del presidente Lázaro Cárdenas, se les rindió un homenaje académico en la Universidad Complutense de Madrid el 3 de octubre de 200555. El acto, que marca un buen camino en la recuperación de la memoria histórica, estuvo presidido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y el rector de esa

univer-sidad, Carlos Berzosa, quien puso como ejemplo de eminen-tes exiliados a Pedro Carrasco, catedrático de Física Matemática, junto a otros catedráticos.

Volviendo al terreno de las matemáticas, y con independencia del desgarro humano sufrido por sus exiliados y represaliados, quisiera concluir subrayando que la guerra y sus años poste-riores trajeron consigo una ralentización, si no paralización, de la vida matemática española; mientras que, como ya se ha dicho, en los primeros años de la década de los treinta se había acortado en buena medida nuestro retraso secular. Ese parón, que equivale a retroceso, supuso el tener prácticamente que volver a empezar de nuevo, como otras tantas veces sucedió antes en la historia de España.

1 Los datos han sido tomados principalmente de ALSINA, C.:

Lluis A. Santaló: la lección de su vida, un recuerdo para siempre

(Discurso pronunciado en el Acto de Homenaje a la Memoria de D. Luis A. Santaló). Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 20 de Mayo de 2002; BIRMAN, G. S.: “Luis A. Santaló en Argentina”, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, Vol. 7, nº 2 (2004), pp. 567-578; ETAYO, J. J.: “Desde esta orilla (A la memoria del Profesor Santaló)”,

Boletín de la Sociedad “Puig Adamde Profesores de Matemáticas, nº 61 (2002), pp. 16-21; REVENTÓS, A.: “Lluis Antoni Santaló y Sors”, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, Vol. 5, nº 1 (2002), pp. 73-106. 2 Citado en ETAYO, J. J.: “Desde esta orilla …”, op. cit., pág. 16. 3 ETAYO, J. J.: “Desde esta orilla …”, op. cit., pág. 20.

4 Citado en ETAYO, J. J.: “Desde esta orilla …”, op. cit., pág. 20. 5 BIRMAN, G. S.: “Luis A. Santaló …”, op. cit., pp. 573-574. 6 GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia española …”, op. cit., pág.

222.

7 SANTALÓ, L. A.: “Ernest Corominas (1913-1992)”, Revista de la Unión Matemática Argentina, Vol. 38, nº 1-2 (1992), pp. 157-158. 8 Los datos los he tomado fundamentalmente de GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia española …”, op. cit., pp. 191-243;

Revista de la Unión Matemática Argentina, “Necrológicas: Pedro Pi Calleja (1907-1986)”, Vol. 32, nº 3 (1986), pp. 217-219. 9 GONZÁLEZ REDONDO, F. A.: “La vida institucional…”, op,

cit., pág. 238.

10 Me basaré fundamentalmente en COBOS, J.: “Francisco Vera Fernández de Córdoba. Matemático humanista (humanista matemático) extremeño”, Suma, n.º 14/15 (1998), pp. 98-100; COBOS, J. y LUENGO, R. (eds.): Los historiadores de la Matemática Española, por Francisco Vera. Badajoz, FESPM (Colección Recuperación del Patrimonio Matemático Español, n.º 1), 2000, pp. 17-43; PELLECÍN, M.: Francisco Vera. Badajoz, Dpto. de Publicaciones de la Diputación de Badajoz (Biograf ías extremeñas), 1988.

11 Citado en PERALTA, J.: “Octavio de Toledo …”, op. cit.pág. 532. 12ibídem.

13 SÁNCHEZ RON, J. M.: Cincel, martillo y …,op. cit., pp. 312-314.

14 RISCO, A.: “Las revistas culturales y literarias de los exiliados españoles en Francia”, en ABELLÁN J. L. (dir.): El exilio español en 1939, Tomo 3. Madrid, Taurus, 1976, pp. 121-124. 15 LLORÉNS, V.: “La emigración republicana …”, op. cit., pp. 152-153. 16 SÁENZ DE LA CALZADA, C.: “Educación y Pedagogía …”, op.

cit., pág. 264.

17 LLORÉNS, V.: “La emigración republicana …”, op. cit., pág. 156. 18 SÁENZ DE LA CALZADA, C.: “Educación y Pedagogía …”, op.

cit., pág. 263.

19 GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia española …”, op. cit., pág. 236.

20 SÁENZ DE LA CALZADA, C.: “Educación y Pedagogía …”, op. cit., pp. 269-270.

21ibídem, pág. 271; GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia espa-ñola …”, op. cit., pág. 238.

22ibídem, pág. 239.

23 PERALTA, J.: La matemática española y …, op. cit., pp. 106 y 118.

24 GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia española …”, op. cit., pág. 233.

25ibídem; MALAGÓN, J.: “Los historiadores y la Historia en el exilio”, en ABELLÁN, J. L. (dir.), El exilio español de 1939, Tomo 5. Madrid, Taurus, 1978, pág. 281.

26 GARCÍA CAMARERO, E.: “La ciencia española …”, op. cit., pág. 199.

27 CLARET, J.: La repressió franquista…, op. cit., pág. 10. 28ibídem, pp. 372-374.

29 RIERA, S. , Història de la ciència a la Catalunya moderna. Vic i Lleida, Eumo i Pagès, 2003, pág. 206.

30 LLORÉNS, V.: “La emigración republicana …”, op. cit., pág. 104. 31 ARCHIVO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE

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MADRID, SG, caja 1, libro nº 19. Libro de su Junta de Gobierno, sesión de 24 de mayo de 1939.

32 GONZÁLEZ REDONDO, F. A.: “La Matemática en el panora-ma de la Ciencia Española, 1852-1945. (En el 150 Aniversario del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal y Leonardo Torres Quevedo)”, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, Vol. 5, nº 3 (2002), pág. 808.

33 Citado en ALTED, A.:Política del nuevo estado sobre el patri-monio cultural y la educación durante la Guerra Civil. Madrid, Ministerio de Cultura (Dirección General de Bellas Artes y Archivo; Centro Nacional de Información artística, arqueológi-ca y etnológiarqueológi-ca), 1984, pp. 174-175.

34 Citado en HORMIGÓN, M.: “Ciencia y fascismo en la pos-guerra española”, en GONZÁLEZ DE POSADA, F.: GONZÁLEZ REDONDO F. A. y TRUJILLO D. (eds.), Actas del IV Simposio “Ciencia y Técnica en España de 1898 a 1945: Cabrera, Cajal, Torres Quevedo”. Lanzarote, Academia de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote y Amigos de la Cultura Científica, 2004, pág. 135.

35 GARCÍA, S. y SALAVERT, V. LL.: “L’ocupació de la Universitat de València el 1939 pel quintacolumnista Manuel Batlle, catedràtic de Múrcia”, en Guerra CivilI:3. Catarroja, Afers, 1986, pp. 169-176.

36 MANCEBO, M. F.: La Universidad de Valencia en guerra. La FUE (1936-1939). Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1988, pág. 175.

37 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN, sección Educación, IDD 1.08, legajo 32/45/15046, expediente personal de Roberto Araujo García.

38 PERALTA, J.: La matemática española y …, op. cit., pág. 71. 39 PERALTA, J.: “La Matemática madrileña en el panorama

espa-ñol de 1800 a 1936”, en Escribano M. C. (coord.), Matemáticos madrileños. Madrid, Anaya educación, 2000, pág. 212. 40 ETAYO, J. J.: “75 años de vida …”, op. cit., pág. 41.

41 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN, sección Educación, IDD 1.03, legajo 32/45/15047, expediente personal de José Barinaga Mata.

42 GONZÁLEZ REDONDO, F. A.: “La actividad del Laboratorio Seminario Matemáticode la Junta para Ampliación de Estudios

durante la Guerra Civil”, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, Vol. 4, nº 3 (2001), pág. 680.

43 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN …, expe-diente personal de José Barinaga Mata, op. cit.

44 AUSEJO, E.: DivulgaMAT,

http://www.divulgamat.net/weborriak/Historia/MateEspainiol ak/Barinaga1.asp

45 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN, sección Educación, IDD 1.03, expediente personal de José Gabriel Álvarez Ude.

46 Citado en PERALTA, J.: “Sobre los maestros de …” op. cit., pág. 47. 47ibídem.

48 Para una mayor información sobre este problema y, más en general, sobre la figura de J. G. Álvarez Ude, puede consultarse ANUARIO DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS, “Don José Gabriel Álvarez Ude”. Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, 1953, págs. 315-324.

49 Citado en SÁNCHEZ RON, J. M.: Cincel, martillo y …, op. cit., pág. 335. Para ampliar estos hechos pueden consultarse las páginas 329-346, de esta misma obra.

50 ESCRIBANO, M. C.: DivulgaMAT,

http://www.divulgamat.net/weborriak/Historia/MateEspainiol ak/JuanLopezSoler3.asp

51 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN, sección Educación, IDD 1.03, caja 31/4001, expediente personal de Esteban Terradas Illa.

52 GONZÁLEZ REDONDO, F. A.: “La reorganización de la Matemática en España tras la Guerra Civil. La posibilitación del retorno de Esteban Terradas y Julio Rey Pastor”, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, Vol. 5, nº 2 (2002), pág. 490. 53 La mayor parte de los datos relativos a Blas Cabrera han sido tomados de TRUJILLO, L.: “Blas Cabrera Felipe y …,” op. cit., pp. 71-73.

54 ALSINA, C.: “Lluis A. Santaló…, op. cit., pp. 5-6; ETAYO, J. J.: “Desde esta orilla …”, op. cit. , pág. 21.

55 Noticia recogida en la sección de Cultura del diario El Paísen su edición de 4 de octubre de 2005.

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