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Resistencia yaqui frente a la construcci

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E

SCUELA

N

ACIONAL DE

A

NTROPOLOGÍA E

H

ISTORIA DIVISIÓN DE POSGRADOS

POSGRADO EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA

INAH

SEP

RESISTENCIA YAQUI FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO-NACIÓN

MEXICANO: DOS IDENTIDADES EN PUGNA.

T E S I S

QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA

P R E S E N T A

AXEL ALFONSO SOLÓRZANO DE LA ROSA

DIRECTOR DE TESIS: TOMÁS PÉREZ VEJO

Investigación realizada gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

(CONACYT)

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2

A

GRADECIMIENTOS

Al Doctor Tomás Pérez Vejo por confiar en mí, por su incondicional apoyo y por propiciar

los aciertos historiográficos más relevantes de la investigación. A Hilda Iparraguirre por

sus consejos, crítica del trabajo y por su soporte académico, investigativo y personal para

poder culminar esta investigación. Al Doctor José Luis González Martínez por su sugerente

seminario y por enseñarme a valorar la belleza del trabajo historiográfico y docente. A

Mónica Savage por darme otra oportunidad y por los diversos consejos, correcciones y

sugerencias para mejorar este trabajo. A Lucía Rayas, a la Doctora Ivett García Sandoval

por involucrarse en este proceso y por sus pertinentes y acertados comentarios. A la

Doctora Elena Castañeda por su importante apoyo y por sus consejos para sortear el sin

número de obstáculos del proceso. A Juan Manuel Argüelles y a José Luis Vera por su

comprensión y por brindarme una nueva oportunidad. A Josefa Erreguerena Albaitero por

su invaluable apoyo, por siempre hacerme ver el lado amable y gracioso de la

investigación, por sus préstamos y sugerencias bibliográficas, por su seguimiento e interés

incondicional en mi desarrollo personal y académico y sobre todo por luchar para

quedarse con nosotros. A Joel Ortega Juárez por su permanente interés en mi desarrollo

académico y por su apoyo incondicional, a Joel Ortega Erreguerena por sus diversos

consejos y reflexiones para transitar más amablemente por esta senda académica y por

sus recomendaciones y préstamos bibliográficos. A mi madre y a mi hermano, a José de la

Rosa por siempre demostrar los beneficios del trabajo duro y por sus apoyos de diversa

naturaleza, a Vladi, a Alexis, a Karlita, a Melissa, a María José, a Tania Guerrero, y desde

luego a Lillian Paz Ávila por brindarme su amistad, por ser mi aliada y por tenderme una

mano en momentos muy difíciles, gracias Lillian. Al Doctor Carlos Sánchez Ramos por su

invaluable apoyo, por escucharme, por sus consejos, por contribuir a no perder la

confianza en mí mismo, por ayudarme, gracias Doc. A Anna Guasch por darme una lección

de vida en cada sesión, por ayudarme a no perder mi espíritu y mi alma, por su

incondicional servicio y por sacarme de un oscuro sitio y enseñarme la luz nuevamente,

por devolverme mis sueños, gracias Anna. Y finalmente agradecerle a la persona que

dedico esta tesis y a la más importante para la consecución de la misma, por creer en mi

cuando yo mismo había dejado de hacerlo, por su amor, por pararse junto a mí en esta

(3)

3

Í

NDICE

INTRODUCCIÓN 5

CAPÍTULO I.EL LEGADO JESUÍTICO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD YAQUI. 23

I.I SISTEMA MISIONAL JESUÍTICO EN LAS PROVINCIAS DEL NOROESTE NOVOHISPANO:

EL CASO YAQUI (SIGLOS XVII Y XVIII). 25

I.II CONTRADICCIONES DE LA COLONIZACIÓN: DECLIVE DEL SISTEMA MISIONAL,

SECULARIZACIÓN Y LA PUGNA POR EL RECURSO INDÍGENA. 34

I.III LA REBELIÓN YAQUI DE 1740. 38

I.IV LOS PUEBLOS YAQUIS POSJESUÍTICOS, EL REGRESO DE LA AUTODETERMINACIÓN

(1767-1821). 43

CAPÍTULO II.ESTADO-NACIÓN MEXICANO EN CIERNES, LA NEGACIÓN DE LA DIVERSIDAD ÉTNICA Y LA CONTENCIÓN DE UNA LÓGICA HISTÓRICA: LA INTERRUPCIÓN DEL PROCESO DE

COLONIZACIÓN (1821-1854). 49

II.I EL PROBLEMA ÉTNICO-NACIONAL.EL INDÍGENA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN

MODERNA: LA HOMOGENIZACIÓN. 53

II.II EL CAMBIO DE PARADIGMA, LA PÉRDIDA DE REPRESENTATIVIDAD POLÍTICA DE LOS PUEBLOS YAQUIS. DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES CORPORADOS A LA IGUALDAD

ANTE LA LEY. 68

II.III LA INSURGENCIA YAQUI DE 1825-1833, EL MOVIMIENTO DE JUAN BANDERAS Y LOS

FUNDAMENTOS IDENTITARIOS DE LA LUCHA POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA. 75

CAPÍTULO III.EL ARRIBO DEL REFORMISMO LIBERAL, EL ESTADO FORTALECIDO Y LAS ESTRATEGIAS

INDÍGENAS (1854-1887). 93

III.I LAS CONTRADICCIONES LEGALES Y LA REALIDAD COMUNITARIA, OTRO PARÉNTESIS

EN LA TRANSFORMACIÓN DE LA PROPIEDAD. 95 III.II ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN CULTURAL DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS Y

CAMPESINAS ANTE LAS LEYES DE DESAMORTIZACIÓN.LA RESPUESTA INDÍGENA Y EL PESO

DE LA TRADICIÓN. 102

III.III LA RESISTENCIA YAQUI.ALIANZAS POLÍTICO-MILITARES DE ENTRE LA PUGNA

LIBERAL-CONSERVADOR (1854-1866). 105

III.IV LA CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO NACIÓN, SU EXPRESIÓN EN SONORA Y LA RESPUESTA

INDIA.(1867-1887). 111

III.V EL PERIODO AUTONÓMICO YAQUI (1875-1887).LA REACTUALIZACIÓN DE LA IDENTIDAD

(4)

4

AUTONÓMICA Y PRIMEROS PLANES DE DESARROLLO PORFIRIANO EN SONORA. 132 III.VIII LA MODERNIDAD EN POS DE LA TRADICIÓN. LA RESIDENTICA YAQUI DE CAJEME, UN

PROBLEMA IDENTITARIO. 149

CAPÍTULO IV. EL ENGRANAJE DE LA TRANSFORMACIÓN MODERNIZADORA A ESCALA

INÉDITA EN EL TERRITORIO YAQUI Y LA CONTINUACIÓN DE LA RESISTENCIA (1887-1908). 155

IV.I LAS ESTRATEGIAS DE LUCHA SE MODIFICAN PERO LA RESISTENCIA CONTINÚA: LA ERA

DE JUAN MALDONADO TETABIATE. 157 IV.II LA COLONIZACIÓN Y TRASFORMACIÓN DEL VALLE DEL YAQUI. 165 IV.III UN MEDIO DE RESISTENCIA EFECTIVO, EL SUSTENTO DE LA GUERRILLA Y LOS NUEVOS MEDIOS

PARA LA REPRESIÓN. 169

IV.IV LA PAZ DE ESTACIÓN ORTIZ (1897-1899) Y LA PARAFERNALIA NACIONALISTA. 187 IV.V LA BARBARIE DE LA CIVILIZACIÓN: DEPORTACIÓN Y EXTERMINO. LA RESISTENCIA COMO UNA

CUESTIÓN ESTRUCTURAL Y UN ARMA DE DOBLE FILO: EL FACTOR ESTADOS UNIDOS. 197 IV.VI DOS PROCESOS DE PAZ FALLIDOS (1904 Y 1908).LA IMPORTANCIA DE LOS LÍDERES

CULTURALES Y DE LAS FIESTAS Y RITUALES EN LA CONSERVACIÓN DE LA IDENTIDAD. 207

CONCLUSIONES 214

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5

INTRODUCCIÓN

Paradójicamente los yaquis, los que hablan fuerte1, nunca han sido verdaderamente

escuchados. Históricamente han tenido que usar todos los recursos a su alcance, desde el

ámbito peticionario y legal, hasta el ensordecedor rugir de las armas para hacerse

mínimamente audibles. Pero la sordera, la represión, las dádivas y paliativos han sido las

repuestas a sus demandas. Hoy en día, en el año 2014, continúan esgrimiendo diversas

estrategias para hacer oír su voz ante la usurpación de que ahora son objeto. El problema

actual es la puesta en marcha, desde 2010, del programa hidráulico Sonora Integra, que

mediante la construcción del Acueducto Independencia está desviando buena parte de las

aguas del Río Yaqui, desde el mes abril de 2013, hacia la ciudad de Hermosillo,

directamente desde la cuenca del río, en la presa El Novillo2.

El acaparamiento del vital líquido no es una cuestión reciente, data por lo menos de

las últimas dos décadas del siglo XIX, durante la instauración latifundista y empresarial

porfiriana que puso en marcha los grandes proyectos de riego, colonias agrícolas, presas,

bocatomas y canales de irrigación que iniciaron el desvío de las aguas del río y que

provocaron una trasformación sin precedentes en el territorio yaqui. Esta metamorfosis

justamente estuvo sustentada en el control y uso industrial del Río Yaqui y los afluentes

aledaños. Las dragas del río continuaron con nuevos bríos en la era revolucionaria y muy

particularmente a partir de 1940, con la creación del distrito de riego número 18, Colonias

Yaquis, pero sobre todo con la construcción de las presas de la Angostura (1941) y la de

Oviachic (1945), que acabaron con las inundaciones periódicas que los yaquis

aprovechaban para el cultivo y agricultura de subsistencia (Olavarría; 2003: 49). La tónica

durante el resto del siglo XX fue la misma, la creación de más distritos de riego, como el

número 41 (1955), nuevas presas, como la Álvaro Obregón (1953), además de mayores

invasiones de tierra en los años setenta (Olavarría, 2003: 50; Velasco, 1988: 66).

1

La t adu ió del o a lo a ui sig ifi a la ge te ue ha la fue te. Jia -emé-e (hiaquimí, yaqui) La gente que habla

fue te . “oto; : 248).

2

Que pretende extraeré entre 50 y 75 millones de metros cúbicos anuales de las aguas del Río Yaqui para enviarlas a la ciudad de Hermosillo. Véanse http://namakasia.jimdo.com/; https://www.facebook.com/solidaridad.tribuyaqui;

(6)

6

De manera que lo que sucede hoy en día, el contraste entre la independencia y autonomía

política de los yaquis, que conservan sus estructuras de gobierno y sus autoridades

tradicionales, con su progresiva dependencia económica, ha sido producto del proceso de

ocupación territorial y del acaparamiento acuífero. El cual, precisa y paradójicamente

cobró un nuevo impulso a partir de la cesión territorial cardenista y que José Velasco Toro

ha de o i ado o o u a […] políti a hid áuli a et o ida Velas o; : . Así ue la problemática vigente que aqueja a los yaquis no es inédita, pero la gravedad radica en que

nuevamente se están sustrayendo los escasos recursos hídricos que aún quedan en sus

manos para el abastecimiento de las carencias que aquejan a la capital del Estado y que

ponen en riesgo el suministro de la etnia, así como el de buena parte del sur de Sonora.

Sin embargo y como se ha sugerido, esta realidad ha sido originada por el desarrollo

histórico de la utilización dispendiosa, masiva e irresponsable que empresas, gobierno y

particulares han realizado al amparo del Estado mexicano. La repuesta y estrategia yaqui

ante este atentado ha sido una amplia organización y movilización a través de la Campaña

nacional e internacional: Namakasia por la Tribu Yaqui3. La acción directa como medio de

presión ha consistido en el cierre intermitente de la carretera internacional

México-Nogales, así como la movilización informativa por diversos estados de la República.

La realización del mega proyecto ha estado plagado de irregularidades, pues se

iniciaron los trabajos y el saqueo del recurso sin la consulta ni consentimiento de los

yaquis, cuando se trata de una obra de infraestructura en su territorio, que pone en riesgo

el desarrollo de su subsistencia y que viola los derechos de la etnia a ser consultados e

informados sobre estas acciones que los implican directamente, así como de su impacto

ambiental. Tan es así, que los yaquis ganaron un amparo ente la Suprema Corte de Justicia

de la Nación (SCJN) que ordenó a la Semarnat, el 8 de mayo de 2013, la realización de una

consulta. Sin embargo esto sucedió a tres años de iniciados los trabajos del acueducto,

pervirtiendo el sentido de todo proceso consultivo, ya que una medida de esta naturaleza

invariablemente debe tener un carácter previo, precisamente para evaluar y someter a

escrutinio la viabilidad de cualesquiera medidas que pretendan llevarse a cabo. La realidad

es que ni si quera el desarrollo de la consulta ha detenido la extracción diaria de

importantes volúmenes de agua y la propia SCJN autorizó, en sentencia del 7 de agosto de

3

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7

20134, la continuación de las operaciones del programa sin la evaluación del impacto

ambiental. Incluso un juez de distrito sancionó a la Semarnat por no acatar las

disposiciones para llevar a efecto la consulta. Como se puede advertir se trata de un

proceso completamente viciado en el que están implicadas diversas autoridades locales y

federales, como Semarnat, la gubernatura del Estado, Conagua y la propia SCJN.

Debido a las anomalías y a la extensiva presión de la etnia, el 21 de enero pasado la

Secretaría de Gobernación y representantes de la tribu yaqui han firmado un convenio

para que todas la medidas evaluatorias se lleven a cabo. Sin embargo el análisis de este

documento revela que no busca resolver el fondo del conflicto, ni detener las obras, sino

se trata de una medida paliativa que estrictamente compromete a la Secretaría de

Gobernación a realizar mesas de negociación, en calidad de mediador, para analizar los

daños causados e indemnizar a los afectados, implementar medidas asistencialistas,

firmar un Convenio de operación, informar sobre los volúmenes de agua que están siendo

sustraídos, buscar alternativas hidrológicas y transferir temporalmente los trabajos de

ope a ió de la o a de to a al o ga is o fede al de la Co agua […] pa a ue esta la ope e e ta to se esuel a el fo do del asu to […] 5. Como devela este breve extracto de la cláusula cuarta, a pesar de la consulta y de la firma del convenio, el gobierno en ningún

momento se obliga a detener el trasvase, sino que continúa extrayendo el agua del río6 y

en cambio compromete a los yaquis a levantar el bloqueo carretero.

Esta es genéricamente la situación y algunas de las vicisitudes coyunturales del

conflicto más reciente. Pero se trata de una pugna que tiene una larga historia y que en

sus diferentes periodos se ha expresado de diversas maneras, y que responde a un

proceso y relación histórica compleja entre el Estado nación y los pueblos yaquis. A pesar

de las reiteradas alocuciones de difusión de los yaquis en el contexto actual, que

establecen que se trata de una lucha legendaria de casi 500 años, desde los primeros

contactos con los españoles en el siglo XVI, estas deben ser matizadas y entendidas en su

ámbito, desde otra forma de comprensión histórica y como una estrategia

propagandística. Sin embargo el trabajo y análisis historiográfico nos impide suscribir y

4

Véase http://www.animalpolitico.com/blogueros-res-publica/2014/04/10/la-consulta-perversa/#axzz2yVBqXk7F

5

CONVENIO DE COORDINACIÓN Y CONCEPTUALIZACIÓN TEMÁTICA CON AUTORIDADES TRADICIONALES DE LA ETNIA YAQUI, ACTORES PRODUCTIVOS DEL VALLE DEL YAQUI E INTEGRANTES DEL MOVIMIENTO CIUDADANO DE DEFENSA DEL AGUA DE CAJEME, 21 de enero 2014. Véase http://es.scribd.com/doc/202164196/Convenio-Tribu-Yaqui-Segob

6

(8)

8

sustentar un entendimiento de esta naturaleza. Pues fue el desarrollo de la modernidad y

su nuevo paradigma político, el Estado nación, y no el desarrollo sincrético, comunitario y

pueblerino misional jesuítico, el que verdaderamente puso en peligro la continuidad

comunitaria y tradicional yaqui, así como el proyecto que emprendió un ataque

sistemático a su patrimonio natural. La autonomía política yaqui, los recursos indígenas y

su entendimiento del mundo, frente a la soberanía nacional, la nueva forma de

identificación y su lógica de desarrollo productivo industrial han sido los polos entre los

que han oscilado las manifestaciones del conflicto que se ha distendido hasta nuestros

días. Sin embargo y más allá de las formas y coyunturas discordantes que adquirió la lucha

entre los yaquis y la modernidad nacional, lo que encierran y lo que hay de fondo es la

oposición de dos maneras de concebir y relacionarse con el mundo, dos cosmovisiones,

una de tipo tradicional o de Antiguo Régimen y la identidad moderna, ciudadana,

nacionalista, es decir, el enfrentamiento de dos identidades. Así que es

fundamentalmente en el siglo XIX, durante la construcción del Estado nación y la nueva

forma de identificación que contiene, donde radica buena parte de la génesis, la

definición, así como el clímax de la querella entre estas dos formas de identificación

sociocultural. Por lo que su investigación, análisis y explicación constituye el contexto

histórico crucial que nos puede arrogar las repuestas para comprender precisamente lo

que sucede hoy en día. Además es justamente el presente, la transformación permanente,

la historicidad, lo que posibilita y justifica la reproducción del trabajo historiográfico,

aquello que permite que volvamos a abordar añejas temáticas pero con nuevas

cuestionamientos y perspectivas. Por ello, así como por la vigencia del enfrentamiento, la

investigación histórica sobre los yaquis y su devenir sigue siendo relevante y

profundamente actual.

El propósito de esta investigación es el análisis histórico de la resistencia yaqui durante

la centuria decimonónica, principalmente enfocada en su segunda mitad y hasta la

primera década del siglo XX7. Sin embargo el objetivo es hacerlo desde un marco

explicativo que prioriza en la construcción sociocultural de la identidad, es decir, que

concibe que en la raíz del conflicto hay una problemática de dos formas o concepciones de

pertenencia enfrentadas. Esta perspectiva nos permite acudir a las especificidades

7A este pe iodo alude la pa te del título de esta pes uisa ue señala […] f e te a la o st u ió so e todo la

(9)

9

concretas de cada coyuntura, para dar cuenta y explicar en qué ámbitos se desarrolló la

naturaleza del enfrentamiento, pero sin perder de vista que en última instancia y en

términos más amplios se trata de la pugna de dos identidades. Esta simultaneidad es

posible precisamente gracias al modelo identificatrorio como eje teórico-metodológico de

esta pesquisa, pues la identidad transgrede todos los ámbitos de la vida social, por lo que

permite una mirada globalizante o totalizadora, pero que a su vez hace posible el

escrutinio y análisis de los rubros más puntuales y singularizados de las rebeliones y

resistencia indígenas, frente al constructo de pertenencia nacionalista, concretizado en

este trabajo en el caso yaqui. Se trata de una perspectiva dicotómica, es decir, un proceso

de resistencia en permanente relación con la construcción y lo que se ha denominado

o o la o solida ió del Estado nación mexicano. De tal manera que esta investigación concibe que sólo es posible la comprensión y la explicación de la resistencia yaqui si se

inserta y se establece una relación compleja y profunda con el contexto más amplio al que

pertenece, mediante un análisis exhaustivo del mismo. El cual y en términos generales

corresponde al distendido desarrollo de la compenetración entre el mundo moderno y el

llamado tradicional o de Antiguo Régimen. Sin embargo y para el espacio temporal que

principalmente nos compete, este contexto fundamentalmente está caracterizado por la

construcción y consolidación nacional. Como ya se puede advertir y si bien el foco de

investigación es la resistencia yaqui, el escrutinio de esta investigación no se limita al

análisis histórico de esta lucha y rebelión indígena, sino que busca dar cuenta del amplio

fenómeno de creación-invención nacional, con el propósito de comprender y explicar por

qué resistían los yaquis, contra qué se estaban enfrentando, cuál era el sitio que el Estado

nación pretendía programar para los grupos indígenas, qué es lo que ofertaba para su

desarrollo y cómo pretendía llevarlo a cabo, en síntesis, el problema étnico-nacional8. De

este modo, buena parte del reto de investigación ha consistido justamente en explicar de

manera compleja el proceso de construcción nacional, así como su incidencia en la

identidad yaqui y sus consecuencias en el desarrollo de la resistencia indígena.

Ha sido precisamente el escrutinio de cómo se construyen las naciones lo que nos

ha permitido comprender y definir un concepto de identidad colectiva, pues la hechura de

las naciones y el nacionalismo es ante todo una fabricación/invención cultural y simbólica,

8

(10)

10

que se vale de diversos dispositivos e imágenes mentales para crear afiliación y

pertenencia. Así que a través del trabajo teórico con algunos de los autores que se han

dedicado a la reflexión acerca de las naciones y el nacionalismo, pero sobre todo de

aquellos que han propiciado una novedosa interpretación al respecto, como las

propuestas de Benedict Anderson (Anderson; 1983), John Breully (Breully; 1982), Eric

Hobsbawm (Hobsbawm; 1991), así como los más recientes trabajos de Jaime E. Rodríguez

(1996), François-Xavier Guerra (Guerra; 1992) y sobre todo de Tomás Pérez Vejo (Pérez

Vejo, 1999; 2007; 2010) se ha construido el concepto de identidad de esta investigación.

Sin embargo también se integró la definición que hace Alejandro Figueroa

específicamente para el caso yaqui (Figueroa; 1993), la inclusión de su acepción ha sido

insoslayable para erigir una noción mucho más precisa y que genéricamente puede ser

aplicada tanto para la identidad nacional, como para la étnica, pues más allá de las

dimensiones de cada una y sus divergentes grados de cohesión, las estrategias de

elaboración y reproducción identitaria utilizan los mismos mecanismos de

reconocimiento9. Así, se concibe a la identidad social o colectiva en esta investigación

como un sistema y constructo sociohistórico relacional y de representación10, de

trasformación y negociación permanente, en donde es necesaria la construcción del otro,

de aquello que no se es, como medio esencial de autoafirmarción a través de la

diferenciación11. Toda ide tidad e esita se o ada […] desig ada edia te u

siste a de sí olos […], esta di e sió si óli a es o stituti a de los procesos de ide tifi a ió so ial pe ite el e o o i ie to e íp o o de ot os […] , po lo ue principalmente se expresa en el terreno simbólico a través de todos aquellos referentes,

ceremonias, emblemas, signos, rituales, etc., que determinan quiénes somos, que tienen

una interacción compleja y que apelan directa y esencialmente a las emociones y

creencias comunes para crear y recrear afiliación12. Es decir, es eclipsada mediante la

fabricación y escenificación recurrente de un imaginario colectivo referencial, pero que

asimismo contiene, penetra y da cuenta de todos los ámbitos de la vida social. De tal

manera que la identidad cumple una función vital e inapelable para la existencia humana,

9

Toda ide tidad so ial se apo a e ite io, a as o asgos disti ti os […] (Figueroa; 1993: 261).

10

Véase Figueroa; 1993: 260.

11

U a ide tidad ole ti a e ite a la fo a e ue se pe i e a i is os los ie os de u a ole ti idad e ela ió o uie es o lo so Figue oa; : . Véase también Pérez Vejo; 2008: 10.

12 E ta to ue los sí olos de ide tidad ole ti a

emiten a sentimientos y creencias, remiten también a un sistema

(11)

11

pues su representación y replicación periódica ofrece una explicación simbólica de la

existencia socio-individual y natural que otorga y da sentido y significado a la vida de los

hombres.

Por su parte el concepto de resistencia ha sido trabajado a través de diversos

autores, fundamentalmente mediante la teorización de James Scott (Scott; 2011), así

como de su ejercicio empírico en México en pesquisas como las Edgar Mendoza

(Mendoza; 2007), Daniela Marino (Marino; 2011) y sobre todo de Romana Falcón (Falcón;

2005; 2011). Sus investigaciones y planteamientos sobre estudios subalternos y de

resistencia han servido para complementar un concepto de acuerdo con la historia de los

sectores marginados, pues en efecto busco la manera de distinguir la historia de un grupo

subalterno, por lo que estos enfoques, sus propuestas metodológicas y de búsqueda

documental han sido una herramienta para el trabajo de archivo y análisis de fuentes

realizado. Entendemos la resistencia como la diversidad de expresiones que mediatizan la

relación entre los sectores dominantes y los dominados, en donde incluso la concepción

de asimilación cultural forma parte de las maneras de resistir de los grupos subordinados,

pues hasta en la asimilación suceden transformaciones de los códigos adquirido, así como

un apropiamiento creativo que puede ser utilizado como ejercicio de resistencia y

manifestación identitaria contestataria. Esta perspectiva se ha complementado con las

investigaciones y concepciones de algunos antropólogos como Frank Salomon (Salomon;

1990), Sidney Mintz (Mintz; 2003) y Eric Wolf (Wolf; 2005), principalmente debido a sus

trabajos con sociedades que han implementado múltiples estrategias para sobrevivir a los

contactos con el mundo moderno. Se trata de una concepción de la resistencia que se

aleja de la percepción aculturativa, para arribar a una noción más cercana a las tesis del

encuentro, préstamo, intercambio e interacción entre culturas planteada por Peter Burke

(Burke; 2000), no exenta de relaciones de poder asimétricas, pero que implica asimismo la

penetración y modificación cultural de los grupos hegemónicos y que se manifiestan en las

diversas maneras de negociar la subordinación.

Después de definir los conceptos ejes de esta investigación y los autores que nos

han servido para ello se pueden apreciar las coordenadas teórico-metodológicas de este

trabajo posgradual, sin embargo es imperioso hacerlo explícito. Si bien la historia social

nos ha servido como un punto de referencia, coincidente en el estudio de aquellos

(12)

12

marginados. Sus aportes más importantes a esta investigación se encuentran en la

definición de la resistencia, a través de investigaciones centradas en la hegemonía, la

resistencia, el poder y la subordinación. Sin embargo y como se ha precisado este

concepto no ha sido adoptado, sino construido y complementado con los trabajos de los

antropólogos referidos y sobre todo mediante las reflexiones de James C. Scott (Scott;

2011), quien pugna por la labor interdisciplinaria y quién aporta desde diversos derroteros

disciplinarios, como la politología y la antropología. Así que la historia social tiene

contribuciones precisas para esta investigación pero en estricto sentido no se trata de una

pesquisa que pueda ser denominada como un trabajo de historia social.

La historia cultural, como se ha sugerido a través de la referencia a Peter Burke,

también tiene algunas aportaciones para esta tesis, pues esta perspectiva complejiza y

propone nuevos paradigmas de entendimiento sobre la conformación de las diversas

identidades y culturas. Pero igualmente su introducción a esta investigación es muy

específica y no se adopta el modelo teórico como tal, sino algunas de sus reflexiones que

justamente tiene que ver con la noción de la resistencia, así como las categorías y

conceptos que posibilitan una más amplia y precisa definición de la naturaleza de los

contactos entre diversos y muchas veces opuestos sectores sociales, sobre todo en

relaciones de poder asimétricas, tal y como sucede en nuestro caso de estudio. Así,

algunos de sus postulados son integrados gracias a sus planteamientos concentrados en

explicar los procesos entre culturas distintas, en donde no sólo se analizan las

consecuencias económicas y políticas, sino también los cambios culturales que genera la

interacción entre una o varias culturas desde la pe spe ti a del odelo del e ue t o

(Burke; 2000: 252). En este proceso de encuentro cultural se genera un espectro de

posibilidades de receptividad que van de la asimilación al rechazo, en las que intervienen

la adaptación y la resistencia, y donde se registran fenómenos como la adopción de

ciertos elementos de la cultura dominante, la formación de sociedades mestizas de

diferentes tradiciones culturales, la reproducción cultural, la hibridación, la simbiosis y la

adaptación. Tal y como se podrá apreciar profusamente en el caso yaqui y su relación con

el Estado nación, principalmente en la adopción de dispositivos, estructuras y símbolos de

identificación del modelo dominante. De manera que esta vertiente de la historia social,

también denominada como […] a iedad a t opológi a de la histo ia Bu ke; 2000: 242),

(13)

13

posibilidades e instrumentos nominales que proporciona. Pues ofrece terminologías

dinámicas sobre la manera en que convergen los procesos de intercambio cultural, como

el concepto de reproducción cultural, ampliamente utilizado en esta investigación, que

nos habla de una forma activa de asimilación y/o adaptación de elementos de otras

culturas como dispositivos propios. A estas nociones y acepciones se restringen la

integración y utilización de la historia cultural, en correspondencia con la naturaleza de la

relación dicotómica de esta investigación.

Ahora bien, la teoría política o nueva historia política, como preliminarmente se ha

bosquejado, es sin lugar a dudas la corriente teórico-metodológica en la que se inscribe

este trabajo y la que me ha permitido definir el marco interpretativo que atraviesa toda la

investigación: la perspectiva de la identificación colectiva. Así que es principalmente a

través de sus planteamientos y el novedoso entendimiento sobre la elaboración de las

naciones y el nacionalismo lo que ha posibilitado construir mi objeto de estudio desde

otro enfoque, para abordar de manera distinta una temática ampliamente trabajada

desde diversos derroteros. Esta corriente surgió fundamentalmente a partir de las

investigaciones y autores que en los primeros años de la década de los años ochenta

generaron una revolución en el campo de la teoría política (Pérez Vejo; 2010: 32), me

refiero a los trabajo que coincidieron casi milimétricamente en su realización, lo cual

manifiesta una preocupación común y un vacío historiográfico y epistemológico que había

que atacar. Se trata de las cavilaciones sobre las naciones y el nacionalismo de Benedict

Anderson, Comunidades imaginadas (Anderson; 1983), Nacionalismo y Estado de John

Breully (Breully; 1982) y la obra de Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo (Gellner;

1983). Estos estudios pioneros provocaron toda una nueva propuesta interpretativa sobre

el nacionalismo y las naciones, que han contribuido a derribar los sólidos pero infundados

presupuestos que teníamos sobre la explicación de las mismas, tales como su existencia

pe e e, la fatalidad histó i a A de so ; : 200), o su advenimiento como gestas independentistas. Cuando más bien fueron la consecuencia del resquebrajamiento del

viejo orden dinástico-religioso y estamental del Antiguo Régimen, y que surgieron después

de prolongadas guerras civiles. Las naciones fueron entonces la consecuencia y no la

casusa de las pretendidas guerras de independencia. Asimismo, han logrado erradicar la

vieja suposición de que los estados surgen o son producto de las naciones, cuando sucede

(14)

14

entraña y el lugar desde dónde son elaboradas. Esta generación fue seguida por un sin

número de autores que al igual que estos padres fundadores han buscado romper con los

viejos esquemas sobre el problema de la nación, como las investigaciones de Brian

Hamnett (Hamnett; 1986), Tulio Halperín Donghi (Halperín; 1985), John Tutino (Tutino;

1986), Eric Hobsbawm, (Hobsbawm; 1991), François-Xavier Guerra (Guerra; 1992), Jaime

E. Rodríguez (Rodríguez; 1996), Tomás Pérez Vejo (Pérez Vejo, 1999; 2007; 2010), Eric Van

Yung (Van Yung; 2006), Mónica Quijada (Qujada; 2005), ente varios otros. Forman parte

de un grupo de historiadores que desde este enfoque político han puesto en entre dicho

los cimientos de las explicaciones que sobre fenómenos de tal envergadura teníamos,

pues más que profusos trabajo de archivo o documentales han buscado romper el viejo

esquema de entendimiento que daba por resuelto el problema de las naciones, para

generar otras interpretaciones sobre esta amplia y compleja cuestión. Se trata pues de un

cambio de paradigma en el estudio de las naciones que ha generado toda una bibliografía

que ofrece otras, renovadas, más concluyentes y satisfactorias explicaciones sobre el

proceso histórico acaecido en este periodo de transición hacia la modernidad y su

consolidación para ambos lados del mundo atlántico.

De tal manera que ¿cómo entender a profundidad la resistencia yaqui o de

cualesquiera grupos indígenas o campesinos durante la centuria que nos compete sin

comprender y explicar asimismo el contexto más amplio al que resistieron, y que no es

otra cosa que el advenimiento de la modernidad y su paradigma político? la construcción

del Estado nación. Es precisamente esta corriente preocupada y ocupada por ofrecer

explicaciones distintas sobre las revoluciones atlánticas y la hechura de las entidades

políticas que vinieron a ocupar el espacio que dejaron los imperios dinásticos, la condición

de posibilidad para comprender a mayor profundidad qué sucedió con todos aquellos

sectores que quedaron inscritos o al interior del nuevo paradigma político y soberano. Por

ello es denominada nueva historia política o teoría política, pero de ninguna manera se

restringe a este campo. Me refiero a que el origen de la transición y compenetración entre

el mundo tradicional o de Antiguo Régimen fue estrictamente de naturaleza política13, el

cambio de la soberanía de emanación divina y encarnada en el rey o soberano, a la

soberanía emanada del pueblo y depositada ahora en las naciones. Es decir, las naciones

13 […] e su se tido ás alto, a uel ue defi e el fu da e to is o del pode : uié o ase e ué tie e de e ho

(15)

15

adquirieron por vez primera densidad política, algo que nunca antes habían tenido, por

ello se habla de naciones moderas. Pero esto es sólo la punta del iceberg y a ello responde

su denominación. Sin embargo este cambio político generó trasformaciones de

magnitudes civilizatorias que trastocaron todos los ámbitos de la vida social. Por lo que la

historia política no se circunscribe a este rubro, sino que parte de este catalizador para

poder investigar la totalidad de las repercusiones que el nuevo modelo sociocultural del

Estado nación ha implicado por lo menos en los últimos 200 años para la humanidad. Es

entonces desde este campo de reflexión teórico-metodológico donde verdaderamente se

posiciona esta investigación, sobre todo porque el análisis que ofrece acerca de la

construcción nacional, como una elaboración fundamentalmente de carácter simbólico y

cultural homogeneizante de pertenencia nacionalista, ha propiciado un modelo

interpretativo en el que se pueden insertar todas aquellas manifestaciones de sublevación

y resistencia, como nuestro caso de estudio, frente al ambicioso proyecto civilizatorio de

la modernidad y el Estado nación. En nuestros términos, sin embargo, se trata sobre todo

de la implantación de una nueva forma de identificación sociocultural, que

invariablemente trastoca la totalidad de la vida social.

Para arribar a una explicación verdaderamente sistémica desde este modelo teórico,

no basta con pormenorizar exhaustivamente la manera en que se construyen las naciones,

el análisis de su instrumental afiliatorio y sus canales y medios de difusión. Es

imprescindible el escrutinio de su expresión y cristalización en las amplias mayorías hacia

quienes está dirigido, es decir, las diversas formas de asimilación, rechazo, síntesis,

adaptación y reproducción cultural que sufre la complejidad discursiva y simbólica en los

sectores que se pretende propagar el modelo identificatorio. Así que también hay una

correspondencia con este principio del enfoque de la historia política, pues el análisis del

caso yaqui como un proceso de resistencia es el eje de esta investigación, por lo que

constituye precisamente el terreno que sintetiza y expresa esta insoslayable perspectiva

integral. Así que la nueva historia política es el principio teórico y el fundamento de acción

investigativa para plantear esta pesquisa en términos de una pugna de dos identidades,

pues ofrece todo el instrumental para comprender y explicar la ingeniería social que

implica la construcción de las naciones, que no es otra cosa que la manera de erigir una

(16)

16

Ahora bien, la utilización del modelo y la comprensión de cómo se construye la identidad

ha determinado la manera en que se ha planteado la estructuración y periodización de

esta investigación y justifica el por qué se decidió abordar un periodo mucho más extenso

del que se propone y se ha decantado14. Me refiero a que la conformación de la identidad

colectiva es justamente histórica, sujeta al cambio y a la permanente trasformación, pero

sobre todo debido a que son procesos de muy largo aliento, difíciles comprender y

explicar si los circunscribimos a periodos coyunturales o de corta duración. Así que he

tenido que ampliar el marco temporal de este trabajo y acudir por ejemplo al siglo XVIII y

sus insoslayables repercusiones en la configuración de la identidad indígena, e incluso

para la nueva identidad moderna. Para resolver este problema sin perder mi periodo focal

de estudio se ha establecido una estrategia epistemológica. Esta ha consistido en ubicar y

analizar espacios temporales que considero como momentos vertiginosos y

paradigmáticos en la reproducción cultural o rearticulación de la pertenencia,

principalmente la de los yaquis pero también la cívica o nacional, como procesos de

reactualización, renovación y/o formativos de la identidad que imprimen una huella

profunda o indeleble. El propósito de este recurso cognitivo ha sido justamente para no

pormenorizar y explicar en su totalidad el extenso proceso que el amplio y concatenado

escrutinio de la pertenencia precisa15, y así lograr ceñirme más decididamente en el

espacio temporal que más me interesa, pero sin perder a su vez aquellos momentos

cruciales en su configuración. Así que el propósito es acudir a las etapas que exceden el

foco temporal de esta pesquisa pero exclusivamente como referentes explicativos para el

entendimiento de la construcción de la pertenencia y de la resistencia yaqui, sin perder de

vista que mi periodo central de estudio radica en el siglo XIX y principalmente a partir de

1867. El objetivo genérico de este abordaje temporal es la consecución de una verdadera

explicación procesual e histórica, en correspondencia con la conformación y trasformación

de la identidad16.

Así, esta investigación está estructurada en cuatro capítulos temáticos. El primero

corresponde al escrutinio del establecimiento de los pueblos de misión jesuíticos entre los

yaquis. El objetivo de este apartado es constituirse como un referente insoslayable para

14 El siglo XIX, principalmente su segunda mitad a partir de 1867 y hasta 1908. 15

Los cual está fuera de los alcances y propósitos de esta investigación.

16

(17)

17

conocer y explicar la trascendencia de la síntesis entre el sistema de los centros-misión y

el desarrollo sociocultural de los yaquis, como una de las etapas y procesos

paradigmáticos que han contribuido a definir su identidad, así como para obtener una

profundidad explicativa que nos permita una verdadera comprensión histórica de la

resistencia yaqui de la centuria decimonónica. Por lo que aquí se realiza un análisis de esta

configuración sincrética y se precisan los elementos socioculturales más destacados que

dejaron una impronta permanente en los yaquis, como la organización pueblerina. Así que

se prioriza sobre aquellas formas de organización productiva, dispositivos e instituciones

que nos permitieron tender un puente y establecer un vínculo entre la era de la Compañía

y la resistencia yaqui del periodo central de esta investigación. Así que se podrá advertir

por ejemplo una relación directa producto de la herencia del trabajo rotativo misional, al

interior del desarrollo sistémico de lucha social yaqui durante el último cuarto del siglo

XIX. Es entonces el escrutinio y entendimiento de la conformación sociocultural compleja

misional entre los yaquis el contexto en el que se pueden advertir algunos de los

elementos explicativos más importantes de la configuración ideológico identitaria yaqui,

así como la expresión práctica de la resistencia indígena.

El capítulo II tiene como marco cronológico la primera mitad del siglo XIX

(1821-1854). El propósito general de este apartado, debido a que no se trata del periodo central

de investigación, es plantear teórica y críticamente como se llevó cabo el primer esfuerzo

de construcción nacional. A través de los autores referidos se ha priorizado un

entendimiento sobre todo como un proceso de elaboración sociocultural que trasciende

la esfera político-legislativa y administrativo-territorial, para comprenderlo esencialmente

como una creación o invención simbólica y cultural. El cual utiliza diversos medios,

referentes, ceremonias, emblemas, rituales, impresiones mentales, etc., con una fuerte

carga emotiva y que mediante su ejercicio nemotécnico reiterativo tienen como

primordial objetivo la creación de un consenso social cívico de pertenencia nacionalista.

Este capítulo ofrece las respuestas acerca de cómo se inició el proceso de fabricación la

identidad nacional, así como el escrutinio de algunos de los dispositivos discursivos y

símbolos más importantes que se utilizaron en los albores del México en ciernes.

Asimismo, se analizan las amplias repercusiones que para los sectores corporativos

indígeno-campesinos tuvo la transición y compenetración entre los dos modelos

(18)

18

problema étnico-nacional, el destino que se buscó asignar al indígena en el nuevo

referente de adscripción política y de desarrollo sociocultural. En correspondencia con el

entendimiento dicotómico de esta investigación aquí se aborda la rebelión yaqui del

periodo 1825-1833, como la respuesta ante las exigencias del nuevo paradigma social.

Pero sobre todo, como otro momento vertiginoso y crucial en la reactualización identitaria

del movimiento de resistencia yaqui. Debido a que se trata de una etapa y proceso de

rearticulación relevante para ambos constructos de pertenencia, esta sección también

contiene un análisis documental del enfrentamiento en el terreno simbólico, que ofrece

los primeros ejemplos sobre la pugna de dos identidades.

El capítulo III es el más ambicioso en términos historiográficos, cronológicos,

temáticos y analíticos. Se trata de la sección en la que se inserta la cuestión yaqui al

conjunto de las rebeliones indígenas decimonónicas, como una expresión de las diversas

maneras en que los grupos comunitarios enfrentaron el nuevo impulso por abrogar su

entendimiento del mundo producto del reformismo libera, y a su vez se inicia el escrutinio

del periodo central de esta investigación. Así que en un primer momento es analizado

parte del corpus legislativo que buscó transformar la propiedad de las corporaciones

civiles y eclesiásticas, las diversas y divergentes respuestas que ello generó entre los

indígenas y campesinos comuneros, así como las propias contradicciones legislativas y los

retrasos en su aplicación extensiva. El objetivo de esta parte es presentar los argumentos

y los testimonios analíticos y documentales para plantear que si bien y genéricamente se

trató de la etapa en que comenzó el verdadero problema por la tierra, existió un nuevo

paréntesis en la trasformación del usufructo de la propiedad en las corporaciones civiles,

estableciendo cuales fueron sus casusas coyunturales y socioculturales. Enseguida se

presentan las vicisitudes del caso yaqui y sus estrategias de resistencia en el periodo

1854-1868, que igualmente expresan esta postergación en la acometida territorial, así como las

características y pugnas regionales que la hicieron posible. El conflicto entre la Iglesia y el

Estado, su separación y todas aquellas medidas que le suprimieron buena parte de sus

facultades sociales y sus espacios públicos de escenificación también es tratado en este

apartado. Pero entendiéndolo justamente como otro proceso y periodo constitutivo en el

que el Estado nación fue capaz de empezar a difundir y erigir más ampliamente su

(19)

19

A continuación comienza el desarrollo y análisis del periodo focal de estudio de esta

pesquisa, con lo que se ha denominado como la o solida ió del Estado nación a partir

del verano de 1867, así como sus repercusiones para los yaquis. El periodo autonómico

yaqui (1875-1887), durante el liderato de José Ma. Leyva Cajeme, constituye una de las

partes nodales de la investigación. Aquí, a través de las fuentes testimoniales de la época,

así como de documentos de primera mano se pormenoriza y se analiza toda la

reelaboración sociocultural que se llevó a cabo en esta etapa. El objetivo es hacerlo por

medio del escrutinio de cada uno de sus componentes y sus formas de articulación y

competencia jurisdiccional, para entenderla como la fórmula para renovar la identidad

indígena yaqui y como la estrategia compleja para resistir la imposición de la identidad

nacional. Se trata de otro momento paradigmático que a través de su análisis exhaustivo

nos permitirá establecer que su verdadera trascendencia no radicó en su organización

como medio para sustentar la lucha, sino como una profunda reestructuración y

reactualización identitaria para la resistencia. Asimismo se plantea el ejercicio empírico

de la existencia independiente y soberana de los yaquis durante una década, los

argumentos historiográficos que permiten establecer que la identidad yaqui está

fuertemente ligada a la autonomía, la caracterización tipológica que se realizó del

proyecto autonómico indígena (la nación yaqui), las razones de la inviabilidad de su

permanencia independiente al interior del Estado nación, así como las repercusiones

represivas y de estigmatización que este desafío político provocó en su movimiento. En

seguida se desarrolla el proceso de enfrentamiento que erradicó la independencia yaqui,

así como el primer gran impulso modernizador porfiriano en el territorio indígena.

Finalmente se presenta una reflexión de la resistencia y del conjunto de esta

reestructuración sociocultural, puntualizando la incorporación de elementos modernos

para la conservación de la tradición. Pero sobre todo, entendiendo que esta etapa es la

más importante del siglo XIX en la renovación general y profunda del sentido de

pertenencia yaqui.

Si bien en el capítulo III se puede advertir la culminación de un poderoso ejercicio

de reactualización identitaria, el capítulo IV busca plantear que la identidad era la causa

última o de fondo de la resistencia yaqui. El trabajo en archivo, sobre todo con

documentación de carácter oficial, nos ha permitido pormenorizar exhaustivamente la

(20)

20

la organización del funcionamiento estructural indígena para aprovechar las condiciones

regionales del medio social para sustentar la rebelión. Por su parte, una combinación de

fuentes hemerográficas, partes militares, contratos, así como de diversas investigaciones

historiográficas han sido las herramientas para establecer el perfil de la inédita ocupación

y transformación que se dio en territorio yaqui, así como los factores y agentes que

primordialmente intervinieron para ello. Así que aquí se precisa el acoso más crítico que

en términos represivos emprendieron las fuerzas militares gubernamentales contra los

yaquis, así como la sublevación generalizada de esta etnia, que articuló una forma de

guerrilla sustentada en el trabajo colectivo, que nos aporta los indicios más importantes

acerca de la fuerte cohesión étnica que prevalecía entre los yaquis, que precisamente

luchaban por salvaguardar los elementos más importantes de su identidad. Ahora bien,

este capítulo contiene un importante análisis documental en donde se pueden señalar las

alocuciones de identificación con el Estado nación, como el patriotismo y la soberanía,

que busca sustentar que los argumentos más importantes para la represión yaqui

radicaron en los elementos ideológicos de pertenencia nacionalista. Asimismo, esta

sección contiene otro análisis en términos socioculturales de identificación acerca de un

acto celebratorio y ceremonial patriótico, la Paz de Ortiz de 1897, con la intención de

ilustrar el afianzamiento simbólico e ideológico que había alcanzado el sentimiento de

pertenencia nacionalista durante esta etapa del porfiriato. Enseguida se aborda el clímax

de la represión porfiriana a través del escrutinio de fuentes primarias, para puntualizar

algunos de los medios que buscaron el exterminio físico y cultural de los yaquis. La

respuesta indígena y el mantenimiento de su resistencia es tratado aquí como una

cuestión estructural, priorizando sobre las herramientas y dispositivos más importantes

que les permitieron continuar rebelados a pesar del acoso porfiriano sin paragón. Se

analiza por ejemplo el factor fronterizo para la compra de armamento a través de la

profusa información diplomática y consular examinada al respecto. Finalmente se

presenta el escrutinio de dos intentos de paz fallidos, el de 1904 y el de 1908. Aquí se

busca definir cuál era la naturaleza de las demandas de los yaquis, para saber si en efecto

seguían buscando el ejercicio de un proyecto autonómico de tipo tradicional. El propósito

es ubicar cuáles fueron los elementos más importantes del desarrollo de ambos procesos

de negociación, que nos permitan argumentar que toda su estructura peticionaria y la

(21)

21

central de esta última sección es que se pueda comprender nítidamente en donde

radicaron los puntos más característicos que progresivamente hicieron irreconciliables

ambos proyectos de desarrollo sociocultural, así como determinar a través del

entendimiento cabal y exhaustivo de lo que representa la identidad para los individuos y

las colectividades, las implicaciones de una resistencia sustentada en la pertenencia. Pero

sobre todo, esclarecer con los argumentos y testimonios documentales utilizados que en

la raíz del problema había un enfrentamiento o pugna entre dos formas de identificación.

Como se ha sugerido someramente, la realización heurística de esta investigación

está principalmente sustentada en el trabajo historiográfico con fuentes documentales de

archivo o de primera mano. Fueron consultados el Archivo General de la Nación (AGN),

principalmente los fondos de gobernación, de buscas y la fototeca del acervo, el Archivo

Nacional del Agua (ANA), la Hemeroteca Nacional de la UNAM, la Biblioteca Nacional de

Antropología y el Archivo Histórico Diplomático Genaro Estrada (AHGE- SRE), uno de los

acervos más prolíficos para esta investigación. Pero sin lugar a dudas el acervo más

importante para esta tesis ha sido el Archivo Histórico del Gobierno del Estado de Sonora

(AGHES), en donde se encontraron documentos de diversa naturaleza y para amplios

periodos, como partes militares, epistolarios, inventarios de armas, comunicación

gubernamental, telegramas, prensa, contratos sobre sobre cesión de terrenos,

testimonios de yaquis aprehendidos, entre otros. Invariablemente este trabajo ha sido

complementado con la consulta y escrutinio de las diversas y divergentes investigaciones

antropológicas e históricas que abordan el tema de los yaquis. La bibliografía es la

referencia más exhaustiva al respecto pero considero pertinente presentar algunas de las

investigaciones para ilustrar el amplio espectro de los trabajos que fueron examinados,

desde la historiografía testimonial y oficial del periodo, como las crónicas militares de

Francisco del Paso y Troncoso (del Paso; 1982), Fortunato Hernández (Hernández; 1901) y

Ramón Corral (1959), los trabajos antropológicos de Alejandro Figueroa (Figueroa, 1993;

1994) y María Eugenia Olavarría (Olavarría; 2003), en los que también se inscriben las

investigaciones de Edward H. Spicer (Spicer; 1994), los trabajos historiográficos de José

Velasco Toro (Velasco, 1985; 1988), Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva (Hernández,

1996; 1997; 2002), Cécile Gouy-Gilbert (Gouy-Gilbert; 1985), Evelyn Hu-DeHart

(Hu-DeHart, 1995; 2004), Raquel Padilla Ramos (Padilla; 1995), Zulema Trejo (Trejo; 2008), así

(22)

22

autores indígenas como las de Palemón Zavala Castro (Zavala; 1985). Asimismo se trabajó

ampliamente con bibliografía que excede la temática de esta investigación pero que

aborda problemáticas relacionadas, como las revueltas indígenas del siglo XIX y aquellas

investigaciones que reflexionan sobre la modernidad nacional o que genéricamente

trabajan el siglo XIX mexicano. Sobresalen las investigaciones de Enrique Florescano

(Florescano; 2001), Alan Knight (Knight; 1985), Leticia Reina (Reina, 1987; 2009),

Friederich Katz (Katz; 2004), Antonio Escobar Ohmstede (Escobar; 2007), Juan de Vos (de

Vos; 1984), Donald Fraser (Fraser; 1972), Hilda Iparraguirre (Iparraguirre; 2011), Andrés

(23)

23

CAPÍTULO I.EL LEGADO JESUÍTICO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD YAQUI.

Si bien el interés central de esta investigación se encuentra enfocado en el proceso

histórico de resistencia yaqui durante la segunda mitad del siglo XIX, es indispensable para

este trabajo el conocimiento de la conformación y desarrollo del sistema de pueblos de

misión jesuítico entre los yaquis en el periodo colonial. Este afán no responde meramente

a una filiación propia del quehacer histórico, el cual establece explicaciones causales por

medio del escrutinio del desarrollo de procesos previos, que por otro lado sigue siendo un

método importante y ampliamente utilizado para la construcción del conocimiento

histórico, sino que tiene que ver con las exigencias que las particularidades del propio

proceso histórico demandan para esta investigación, pero sobre todo en correspondencia

con los objetivos que persigue esta pesquisa investigativa. Me refiero a la importancia que

la configuración de la síntesis entre el sistema misional y el desarrollo sociocultural yaqui

de los siglos XVII y XVIII ha tenido para la caracterización teórica y práctica de la

resistencia indígena, para la conformación de su identidad, así como sus repercusiones y

expresiones durante la segunda mitad del siglo XIX. De manera que es en el análisis y

conocimiento de la configuración económica, de mando político, productiva, laboral y

sociocultural misional entre los yaquis donde se encuentran buena parte de la

comprensión y entendimiento del sustento ideológico identitario, así como la expresión

empírica de esta resistencia india. El propósito de este apartado es analizar la relevancia

de las instituciones pueblerinas de misión jesuíticas en la nueva estructuración territorial,

sociocultural, así como en la organización política y socioeconómica de las comunidades

indígenas yaquis. El objetivo es explicar las repercusiones que este sincretismo indígena y

misional ha tenido a lo largo del desarrollo de la resistencia yaqui, fundamentalmente

durante su destacada reintegración y adaptación en el periodo del líder José Ma. Leyva

Cajeme (1875-1887). Advertir esta relación y sus especificidades posibilita la comprensión

y explicación de las diversas y a veces divergentes expresiones y estrategias para enfrentar

y resistir el arribo del proyecto y la lógica de la modernidad, emprendido desde la segunda

mitad del siglo XVIII y ampliamente impulsado por el Estado nación decimonónico y los

diversos agentes de la modernización.

Como se ha establecido y como se puede advertir desde la denominación de esta

(24)

24

relación con las trasformaciones del mundo moderno y sobre todo con la construcción y

fortalecimiento del Estado nación. De manera que si bien el siglo XIX es la centuria por

antonomasia de la creación de las naciones modernas y de la puesta en práctica sus

objetivos17, el siglo XVIII y sobre todo su segunda mitad constituye, si no es que su génesis,

por lo menos un nuevo principio y aceleración hacia la modernidad, por lo que se trata de

un espacio central para conocer cuáles fueron aquellos cambios a que convocó el

proyecto moderno, así como sus primeros pasos y manifestaciones. Durante este periodo

empezó a revelarse el paulatino declive del sistema tradicional o de Antiguo Régimen, así

como el lento pero inexorable advenimiento de amplias trasformaciones de carácter

inédito y de magnitudes civilizatorias que implicaba la modernidad. El caso de la segunda

mitad del siglo XVIII en el reducto indígena yaqui no es la excepción, el reformismo

borbónico y las vicisitudes de la secularización religiosa en las Provincias Internas18

tuvieron también amplias repercusiones en la conformación de la identidad y resistencia

yaqui, que a su vez repercutieron, por las propias particularidades del caso, en las

estrategias que implementaron hacia los posteriores requerimientos del Estado nación en

ciernes, así como a los más apremiantes de la segunda mitad del siglo XIX. La racionalidad

borbónica constituyó el primer esfuerzo modernizador al que se vieron enfrentados

diversos sectores corporativos y tradicionales. Baste recordar por ejemplo la importancia y

revitalización autonómica, política y territorial que significó para los yaquis la expulsión

jesuita. O las primeras acciones dirigidas hacia las corporaciones indígenas y campesinas,

como la consolidación de vales reales y la injerencia de la Monarquía Católica en los

bienes de un sin número de comunidades y pueblos de indios y campesinos, a través del

intento por transferir los bienes de las cofradías a las cajas de comunidad, así como

reducir los gastos en celebraciones y fiestas de las comunidades (Taylor; 1999), preludio

de los posteriores embates a la propiedad y desarrollo corporativo propios del siglo XIX.

De manera que para una comprensión histórica del amplio fenómeno de revueltas

indígenas y campesinas que caracterizó a buena parte del México decimonónico, en el que

se inserta esta investigación y caso, es necesario remitirnos selectivamente a los primeros

intentos modernizadores de la segunda mitad del siglo XVIII y advertir la continuidad.

17

Ello de ninguna manera quiere decir que sólo el siglo XIX haya visto la creación de naciones, sino que se trata del primer gran impulso en su creación y construcción para el espacio euroamericano.

18

(25)

25

Ahora bien, no se busca la realización de un análisis exhaustivo del proceso y desarrollo

sociocultural yaqui durante el virreinato, ni pormenorizar las vicisitudes de las

trasformaciones de la segunda mitad del siglo XVIII, ello está fuera de los alcances y

propósitos de esta investigación. Es menester establecer que la realización y presentación

de este primer capítulo obedece a las causas y objetivos expuestos, que se circunscriben a

establecer aquellos elementos que faciliten la comprensión de los procesos

sociohistóricos del México decimonónico que me interesan. Por lo que este apartado

busca ser una sección referencial, no por ello menos importante, que pueda dar

respuestas genéricas, pero insoslayables, que permitan establecer los aspectos más

significativos en la conformación de la identidad y resistencia indígena para alcanzar una

verdadera explicación histórica, en correspondencia con las exigencias del modelo

identificatorio que encierra todo el trabajo, así como a identificar cuáles fueron aquellas

trasformaciones modernizadoras que incidieron directamente en el desarrollo de la vida

indígeno-campesina. Por lo que el escrutinio del periodo colonial se limitará a la

consecución de dichos propósitos.

I.ISISTEMA MISIONAL JESUÍTICO EN LAS PROVINCIAS DEL NOROESTE NOVOHISPANO: EL CASO YAQUI (SIGLOS XVII Y XVIII).

Los primeras expediciones e intentos de colonización de la región noroeste del virreinato

novohispano resultaron poco favorables para los españoles. En poco más de medio siglo,

desde el primer contacto con los yaquis en 1533, en la expedición de Nuño Beltrán de

Guzmán, hasta las incursiones de las últimas décadas del siglo XVI, no se había logrado

establecer ninguna población segura más al norte del Río Fuerte y de las poblaciones de

San Felipe y Santiago Sinaloa. Sin embargo estas primeras incursiones sirvieron para

advertir el potencial minero de la región, sobre todo con las expediciones de Diego y

Francisco de Ibarra hacia los primeros años de la década de 1560, y el descubrimiento de

yacimientos de plata. De hecho estos hallazgos originaron la separación administrativa de

parte del antiguo territorio de Nueva Galicia, constituido por el norte de Sinaloa y la

región de Sonora y Arizona, para fundar el nuevo reino de Nueva Vizcaya (1562), con

Francisco de Ibarrra como primer gobernador y capitán general (Hu-DeHart; 1995: 25).

De esta manera el gobierno virreinal logró advertir que en efecto era posible desarrollar

(26)

26

amplio norte novohispano, la minería y la ganadería. Que a su vez contaban con los

recursos necesarios para su desarrollo: una amplia y potencial población laboral en la

región yaqui y sus alrededores, así como los recursos acuíferos del río del mismo nombre y

otros afluentes para la cría de ganado y, sobre todo, para establecer poblaciones agrícolas

estables que proporcionasen los suministros necesarios para los centros mineros. Pero

como se ha sugerido y a pesar del temprano conocimiento de este potencial minero,

agropecuario y poblacional de la amplia región que se extendía hacía el norte del río

Fuerte, los intentos de colonización militar y creación de poblaciones del último cuarto del

siglo XVI resultaron igual de infructuosos que los de las primeras décadas19.

Tuvo que realizarse un cambio de estrategia para poder colonizar e integrar a los

indios yaquis y sus vecinos de la región en el sistema colonial o virreinal. La respuesta fue

la penetración paulatina por medio de la evangelización, el envío de misioneros religiosos

que pudieran establecer relaciones pacíficas con los habitantes, que aprendieran su

idioma, que realizarán bautizos masivos, pero sobre todo que dieran a conocer,

establecieran y difundieran una nueva forma de estructuración territorial y

socioproductiva; los pueblos de misión. Los jesuitas y su renovada20 y particular

comprensión de los establecimientos misionales fueron a quienes se encomendó al

ambicioso proyecto. Así que la integración y verdadera colonización del espacio geográfico

del noroeste del virreinato español inició en las primeras dos décadas del siglo XVII, con la

introducción, desarrollo y expansión del sistema misionero jesuita entre las muy diversas

poblaciones indígenas21 de la extensa región de las provincias de Sinaloa, Ostimuri y

Sonora22.

La fundación de pueblos de misión tuvo en sus primeras décadas diversos

problemas para progresar, la inestabilidad territorial y la dispersión indígena con el

objetivo de implementar diversos medios de subsistencia fue uno de los más

importantes23. Sin embargo y en una perspectiva de más largo alcance, hacia finales del

19

En 1601 el virrey Gaspar de Zúñiga estuvo por suspender el trabajo de misioneros jesuitas por los escasos resultados en la formación de pueblos permanentes entre los indígenas. Véase Ortega; 2004: 278.

20 Se trató de la concepción permanente de los centros-misión, que implicó una participación religiosa en la totalidad de la organización de la vida social.

21

Seris, pápagos, ópatas, apaches, eudeves, pimas, yaquis, mayos, entre otros.

22 La p o i ia de “i aloa o p e día desde el ío de las Cañas hasta el ío Ma o; Osti u i […] lo alizado e t e este

último río y el Yaqui; la provincia de Sonora se extendía desde las márgenes del río Yaqui hasta el río Gila en el actual

estado de A izo a […] He á dez; : .

23

(27)

27

siglo XVII el establecimiento y la expansión de los centros-misión por el conjunto de las

provincias había sido una empresa considerablemente exitosa. Pues los ignacianos habían

logrado establecer una muy amplia red de asentamientos pueblerinos permanentes,

alrededor de 116, que abarcaban desde las poblaciones de San Felipe y Santiago Sinaloa

en el sur, cercanas a los ríos Fuerte y Mocorito (Ortega; 2004: 275, 282), hasta los

territorios norteños que actualmente coinciden con la frontera entre los estados de

Sonora y Arizona. Logrando conjuntar lo que propiamente puede ser denominado como

un sistema de pueblos de misión.

En Sergio Ortega Noriega, p. 283.

Entre los yaquis, la primera etapa de la conformación pueblerina y la nueva organización

misional se llevó a cabo entre los años 1617 y 1623. Al menos tres acontecimientos y

Referensi

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