• Tidak ada hasil yang ditemukan

E L MIEDO A LOS MICROBIOS Y

Dalam dokumen ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES RARAS (Halaman 37-42)

EL COMIENZO DE LA IATROGÉNESIS MASIVA

Aunque hemos explicado al lector que la situación general de iatrogenia total y definitiva de la población occidental de humanos cobaya se llevó a cabo a partir de los años 50 del siglo pasado, es bueno saber que ese fenómeno de iatrogénesis empezó a iniciarse como una práctica médica, inédita hasta entonces, a finales del siglo XIX y principios del XX, es decir, al mismo tiempo en que se iniciaba la medicina moderna o industrial; esta época fue también el tiempo en que la Revolución Industrial empezaba a tomar dimensiones importantes y ha sido la época de los grandes inventos y descubrimientos científicos; fue la época donde la ciencia positivista y la tecnología empezaban a seducir el pensamiento y la vida humana en su totalidad y fue el tiempo en que toda la actividad de la población occidental empezó a dejar de ser artesana y se fue transformando en una actividad industrial en todas sus facetas y campos de acción.

Durante este tiempo de grandes inventos tecnológicos, hubo uno de esos inventos a mediados del siglo XIX que de manera indirecta dio origen a una nueva teoría médica desconocida hasta la fecha y que iba a cambiar para siempre el concepto de enfermedad; ese invento tecnológico fue el microscopio; este artefacto mostró por primera vez en la historia a los biólogos y médicos de la época que existía todo un mundo invisible de criaturas vivas que había pasado desapercibido a todos sus predecesores. A esas desconocidas criaturas vivientes, totalmente desconocidas hasta entonces, se les dio el nombre genérico de microbios y ese hallazgo, curiosamente, dividió a la clase científica en dos bandos o en dos grupos de opinión sobre la misma realidad.

El primer grupo, el más numeroso en esa época, lo formaban los científicos que pensaron, con la lógica más elemental, que si esos microbios estaban en el cuerpo humano y lo habitaban, debían de estar ahí desde siempre y, desde luego, desde antes de que el microscopio los hubiese hecho visibles; y si eso era así, debían ser inofensivos, puesto que nunca les habían tenido en cuenta para explicar las causas de las enfermedades ni para explicar su evolución ni, mucho menos, para curarlas; y si llevaban miles de años explicándose las enfermedades y curándolas sin tener en cuenta la existencia microscópica de esas criaturas era porque quizá esos microbios recién descubiertos eran connaturales[10] a la

fisiología humana y cumplían algún tipo de función biológica desconocida hasta la fecha pero que, sin duda, se descubriría en el futuro contando con más tiempo y experiencia para observarlos.

El segundo grupo de científicos encabezados y dirigidos, no por un médico, sino por un industrial en química llamado Louis Pasteur, afirmaba que esos microbios encontrados en el cuerpo humano eran, con toda seguridad, ajenos o alienígenas a la fisiología humana y, además, debían ser agresivos por necesidad y por tanto causantes de enfermedades.

Hay que advertir al lector que, en esos primeros tiempos, ninguno de los dos grupos de científicos tenía, ni podía tener, experiencia previa sobre las novedosas criaturas y, como consecuencia de esa circunstancia, todo lo que podían afirmar, unos y otros, no podían ser mas que hipótesis que deberían ser comprobadas en el futuro contando con más observación y experiencia. Por tanto, esperar a tener más experiencia sobre los nuevos invitados para emitir teorías con cierto grado de veracidad hubiera sido el proceder normal y de acuerdo con la ciencia y, podríamos decir también, de acuerdo con el sentido común… Pero no ocurrió así, sino que, desde el principio, el segundo grupo de médicos e industriales presentaron a los microbios como entes alienígenas, extraños al cuerpo humano[11], enemigos y productores de enfermedades… Este grupo de científicos, al igual que los del primer grupo, no tenían ninguna experiencia sobre los recién descubiertos microbios pero, no obstante, empezaron a ganar terreno dentro de la clase médica europea, incluso, como vamos a explicar al lector, aunque en esa época los médicos del primer grupo que afirmaban que los microbios debían ser inofensivos eran la mayoría, resultó que los que afirmaban que eran agresivos acabaron imponiendo su opinión sobre el primer grupo de médicos y crearon una nueva teoría médica desconocida e inédita hasta la fecha: la teoría de la infección.

Esta nueva teoría afirmaba que antiguas y conocidas enfermedades como las cistitis, las anginas o difteria, las bronquitis, las sinusitis, las gastroenteritis… no estaban producidas por alteraciones y desequilibrio de los humores orgánicos, ni por agresiones climáticas como el frío o la humedad… como habían creído los médicos hasta la fecha… sino que, en realidad, las causaban esos nuevos microbios que recién había hecho visibles el microscopio. Y con esta afirmación totalmente prematura y con la imposición prematura de esta hipótesis sin confirmar nació una nueva teoría médica: la teoría de la infección, que resultó ser una novedosa y revolucionaria manera de entender la naturaleza de la

enfermedad; una manera desconocida hasta la fecha y que, como vamos a explicar, daría lugar, también, a una nueva medicina, la medicina industrial y, además, dio nacimiento a un nuevo tipo de enfermedades desconocidas hasta entonces: las enfermedades infecciosas.

Esta novedosa teoría médica que culpabilizaba a nuestros microbios de nuestras antiguas enfermedades se implantó prematuramente; se implantó a toda prisa sin saber todavía casi nada de la propia biología de estas recién descubiertas criaturas microscópicas y sin disponer de la suficiente observación y con una tecnología y unos microscopios primitivos que fueron superados décadas mas tarde. Por tanto, esta nueva teoría de la infección se introdujo apresuradamente, sin ninguna experiencia sobre los microbios, en contra de la opinión de la mayoría de los médicos de la época y, por tanto, se incorporó de forma apremiante y sin datos suficientes en la realidad médica en el siglo XIX y, a pesar de todos estos elementos en contra, se impuso a lo largo del siglo XX y sigue en vigor en la actualidad del siglo XXI… Pero entonces cabe preguntarse… ¿cómo pudo imponerse esa nueva teoría de la infección?… ¿Por qué logró imponerse a la opinión mayoritaria de los médicos y biólogos de la época?… La respuesta a estas preguntas es de lo más prosaica: la novedosa teoría de la infección se impuso no porque sea verídica ni real, puesto que es falsa, sino que, como vamos a explicar, se implantó porque fue una teoría científica muy simpática para la industria y el dinero y, desde luego, podemos decir que se implantó porque ha resultado ser un formidable negocio muy rentable hasta el día de hoy; de hecho, podríamos afirmar que la afirmación de que nuestros microbios eran agresivos y que había que defenderse de ellos, es decir, la creación de la teoría de la infección, fue el origen de la medicina industrial o incluso nos expresaríamos mejor diciendo que el invento de la teoría de la infección ha sido el origen y principal motor de la gigantesca y próspera industria médica y farmacéutica, puesto que esta industria pudo convencer a toda la clase médica de la “realidad” del carácter agresivo de los microbios.

En este ensayo nos vamos a detener en analizar algunos aspectos de esta falsa teoría de la infección porque ha sido y sigue siendo un fraude formidable que se mantiene en el tiempo a pesar de su falsedad y que ha impuesto a los ciudadanos la necesidad falsa de medicarse, con medicación tóxica, contra nuestros microbios desde los primeros momentos de nuestra vida hasta el día de nuestra muerte y, por tanto, esta falsa teoría de la infección es la

causa más importante, con diferencia, que ha motivado el consumo masivo de medicación industrial por la población actual y, por ello, podemos decir que ha sido la principal causa de la iatrogénesis generalizada que padece nuestra sociedad moderna; y de paso ha sido también el principal motor para la creación y desarrollo de la totipotente industria farmacéutica.

Para comprender lo que acabamos de asegurar hay que saber ver que la diferencia entre afirmar que nuestros microbios son inofensivos, como hacía el primer grupo de médicos, y afirmar que son agresivos y productores de enfermedades, como hacía el segundo grupo de médicos e industriales, es una diferencia enorme desde el punto de vista de la industria y los negocios; y estamos seguros de que el lector podrá apreciarla:

Si se afirma que son inofensivos: no hay necesidad de combatirlos, no hay ninguna necesidad de producir ni de consumir productos para eliminarlos ni para protegernos de ellos (vacunas, antisépticos, antibióticos, desinfectantes…), no hay que utilizar productos reactivos para detectarlos… En definitiva, no se necesita fabricar nada ni consumir nada… nada de nada… No hay posibilidad de hacer negocio ni producción industrial; con esta visión e interpretación de la naturaleza y de la función biológica real de nuestros microbios que, repetimos, era mayoritaria entre los médicos del siglo XIX… no hubiera habido necesidad ni posibilidad de crear la industria farmacéutica.

Si se afirma que son agresivos y productores de enfermedades:

entonces, resulta necesario, para protegerse de ellos, la producción industrial y el consumo masivo de productos que nos defiendan de su agresividad; se crea la necesidad apremiante de producir nuevos productos industriales desconocidos hasta la fecha y que sean capaces de combatir a esos nuevos enemigos; y para hacerlo hay necesidad de producir y consumir todos estos productos y, por eso, ha hecho falta la creación y desarrollo de la potente industria farmacéutica.

Estamos seguros de que el lector comprenderá que esta teoría falsa de la infección ha sido un buen negocio para las multinacionales farmacéuticas, pero estamos seguros de que también le resultará muy fácil comprender que, por haberse impuesto la opinión del segundo grupo de médicos e industriales, los ciudadanos de esta sociedad moderna e industrializada nos hemos estado medicando con unos productos industriales tóxicos durante toda nuestra vida y que, además, seguimos consumiéndolos y dándoselos a nuestros hijos… y por eso… nos hemos intoxicado y les estamos intoxicando. Si se hubiese impuesto la opinión del primer grupo de médicos, no nos hubiésemos criado con la

necesidad falsa de tener que consumir productos industriales tóxicos y, en consecuencia, no estaríamos intoxicados ni nosotros ni nuestros hijos.

El lector debe saber, y para eso hemos escrito este ensayo, que los que realmente tenían razón eran los médicos del primer grupo, es decir, aquellos que afirmaban que nuestros microbios eran inofensivos y que quizá cumplían funciones en nuestro organismo que en aquel momento se desconocían. Pero su opinión fue arrasada y vencida por la fuerza pujante del gran negocio y el gran poder económico y mediático del dinero y la industria farmacéutica, que han sido capaces de crear y mantener en el tiempo a la teoría de la infección. La industria farmacéutica lleva ya más de cien años fabricando una serie de productos industriales contra los microbios que todos, absolutamente todos los ciudadanos de Occidente consumimos y que, como consecuencia de ese consumo masivo y sin excepción, nos han convertido en una población de cobayas enfermos que después de unas cuantas décadas de ese consumo tóxico, como vamos a explicar en este ensayo, ha alcanzado unos niveles de contaminación críticos que amenazan de una manera ya bastante seria nuestra supervivencia personal y colectiva.

Dalam dokumen ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES RARAS (Halaman 37-42)