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U NAS CLASES DE PRÁCTICAS MUY “ PELIGROSAS ”

Dalam dokumen ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES RARAS (Halaman 125-130)

estudiantes de la primera mitad del siglo XX; y por esa supresión de las clases prácticas de siembra y cultivo se nos privó descaradamente de saber, por nosotros mismos, que nuestros microbios eran inofensivos, que forman parte de nuestra realidad biológica y que no nos causaban ni podían causarnos ningún tipo de enfermedad; desde entonces toda la experiencia que tuvimos nosotros y tienen los estudiantes actuales sobre nuestros gérmenes o microbios se obtiene por medio de fotografías, de preparaciones microscópicas montadas previamente, imágenes de vídeos, dibujos, maquetas… que los profesores de microbiología nos mostraban y muestran a los estudiantes; eso sí, añadiendo el mensaje verbal de que esas bacterias que nos mostraban eran, sin ninguna duda, productoras de las enfermedades correspondientes… Los aprendices les creíamos con toda la confianza de que nos decían la verdad, asentíamos y asimilábamos aquellas mentiras que los profesores de microbiología, verdaderos cómplices de la bestia, nos ofrecían; y esas mentiras que matan se siguen administrando de generación en generación hasta los actuales aprendices de médico que creen, asienten y asimilan la misma formación falaz y distorsionada sobre la falsa agresividad de nuestros microbios. Como había ocurrido con la asignatura de historia de la medicina, los estudiantes de entonces y de ahora agradecimos que nos aligerasen la carga lectiva y celebramos que nos aprobaran, por la cara, las clases prácticas de microbiología, puesto que a nadie le amarga un dulce y confiábamos ciegamente en la docencia oficial que se nos daba por parte de los “docentes” de la facultad.

Este doctor nadie, años después, en la época en que había perdido su ingenuidad estudiantil y se estaba enfrentando a la bestia y, por ello, empezaba a conocer el poder de manipulación de la realidad y la intención de carácter espurio que ésta poseía… empezó a comprender cuál era el verdadero sentido y la finalidad de haber suprimido las clases de siembra y cultivo de gérmenes en todas las facultades de medicina; es más, al componer el puzzle de sus recuerdos de estudiante de medicina, se percató de que esa simpática y supuestamente prudente supresión de esas clases prácticas era totalmente imprescindible para que los estudiantes desconocieran la existencia de la microbiota humana y siguieran creyendo en la mentira de la teoría de la infección.

La C.C.I. y su docencia sabían que esas clases prácticas de siembra y cultivo de gérmenes, precisamente las clases de siembra y cultivo de gérmenes, habían hecho posible que casi todos los estudiantes y médicos de décadas anteriores a los años 50 se percatasen con extrema facilidad de que nuestros

gérmenes son inofensivos y que viven en carácter de simbiosis con los humanos y forman la microbiota y, por eso, había que suprimirlas, y como consecuencia de ese nuevo secuestro de conocimiento y de esa mentira que mata, los estudiantes de mi generación y posteriores nos hemos pasado toda una larga vida de médicos recetando y aplicando sobre nosotros y sobre los demás ciudadanos cantidades industriales de productos tóxicos con el fin de acabar con nuestra propia microbiota y, como consecuencia de esa conducta médica, hemos producido la mayor iatrogénesis de la historia de la medicina sobre nuestra propia población… El secuestro de la memoria histórica, del conocimiento y de la experiencia real y directa en los educandos en medicina, desde los años 50 hasta nuestros días, ha posibilitado la permanencia e, incluso, el carácter de dogma de la teoría paranoica y obsoleta de la infección sobre la idea más real de la microbiota como parte de nuestra realidad biológica.

Afortunadamente, esa carencia en la memoria y en el conocimiento práctico que sufren las generaciones de médicos en los últimos sesenta años se puede solucionar de una manera muy fácil y sencilla, puesto que parte de la solución a la amnesia histórica que padecen los actuales aprendices de médico se la estamos proporcionando en este ensayo, donde les estamos dando datos que pueden comprobar tanto ellos como el lector que no sea médico ni estudiante, puesto que esta información que le damos sobre la existencia del microbioma y de la microbiota y el conocimiento sobre su existencia desde principios del siglo XX está al alcance de todos los ciudadanos en enciclopedias, hemerotecas o por medio de internet, donde se pueden encontrar publicaciones de la época y donde el lector puede encontrar, por ejemplo, las opiniones del Dr. Claude Bernard o buscar y encontrar la concesión del premio Nobel al Dr. Joshua Lederberg en 1958 por el descubrimiento y descripción de la microbiota.

Por otra parte, el secuestro de conocimiento práctico de siembra y cultivo de gérmenes al que fuimos y son sometidos los estudiantes es todavía más fácil de solucionar para médicos, estudiantes, biólogos, naturalistas… incluso para el lector más lego en estas técnicas, porque la siembra y cultivo de gérmenes es de lo más sencilla y fácil de hacer; tan fácil, sencilla e inofensiva que el lector la podría intentar y lograr llevarla a cabo en su propia casa: basta con obtener placas de cultivo que venden laboratorios especializados y/o por internet[41]; sobre esas placas de cultivo se puede esparcir el aliento o pasar suavemente los dedos o los cabellos o cualquier otra parte del cuerpo; finalmente, hay que tapar la placa y ponerla o en una estufa de laboratorio a unos 30º C… o como lo ha

hecho tantas veces el autor de este ensayo… en un rincón de la cocina si es pleno verano; si lo hace así, el lector podrá ver que, a los pocos días, aquellas placas de cultivo están llenas de manchas de diversos colores; esas manchas de colores son las diversas colonias que han formado sus microbios y lo que aparece sobre las placas de cultivo es con toda propiedad el aspecto de su propia microbiota.

Si, además, dispone de un buen microscopio y los observa y los compara con fotografías que puede encontrar en enciclopedias, en atlas de microbiología o en internet, se encontrará que son los mismos gérmenes que han sido identificados como patógenos por la C.C.I., es decir, se encontrará con los famosos estreptococos, estafilococos, bacilos de la difteria, bacilos de la meningitis, de la tuberculosis… puesto que todas las personas sanas poseemos cientos de familias de estos gérmenes que, repetimos, son los mismos que durante décadas han sido acusados de producir esas “graves”, “temibles” y

“famosas” enfermedades que han llenado de historias de terror y muerte los noticiarios de la prensa a lo largo y ancho de todo el siglo XX y que, además, forman parte del entramado de numerosas películas y novelas que han sembrado el terror a nuestros microbios durante más de cien años.

En cuanto a la excusa que se nos daba a los estudiantes para que no tuviéramos clases prácticas de siembra y cultivo, aludiendo al peligro de contagio y epidemia, como todo lo demás, era otra gran mentira para manipular nuestra información; la práctica de siembra y cultivo de gérmenes es tan inofensiva que hace unos meses, en la mismísima cadena estatal de TVE, en el telediario de la primera cadena, salía el reportaje de una pintora alemana o austríaca que tenía una técnica pictórica novedosa y original basada, precisamente, en la simpleza de la técnica de siembra y cultivo de gérmenes que, sin embargo, teníamos y todavía tienen prohibida los estudiantes de medicina desde los años 50; esta original pintora realiza cuadros sobre unos lienzos impregnados de material de cultivo y logra “pintarlos” tumbándose desnuda sobre ellos o exponiendo una zona de su cuerpo o esparciendo su aliento… Al cabo de unos días… aparecen unas figuras aleatorias y coloridas y de formas irreales y oníricas; el reportaje de TV mostraba, sin ninguna medida preventiva ni aséptica, una exposición pública de ese tipo de arte donde acudieron miles de ciudadanos sin mascarillas ni guantes ni ninguna medida especial de asepsia, y nunca se supo que algún curioso visitante se hubiese contagiado.[42]

Si los médicos y estudiantes formados en la segunda mitad del siglo

XX hubiésemos sabido toda esta simple realidad que a manera de “noticia curiosa artística original” nos mostraba la TV pública hace unos meses… con toda seguridad no se nos hubiese ocurrido recetar antibióticos y antisépticos para matar a nuestros microbios, no hubiésemos puesto vacunas a los niños y no nos hubiésemos convertido a nosotros y a los demás en cobayas… Pero, a causa de todos estos trucos, no tuvimos oportunidad, no tuvimos opción, fuimos engañados sin misericordia, se nos ocultó la verdad y nos secuestraron la memoria y, con nuestro “conocimiento” distorsionado, aceptamos y hemos practicado, durante nuestros años de ejercicio de la medicina, la obsoleta teoría de la infección, que muchos de nuestros antepasados médicos de principios de siglo ya habían demostrado que era mentira.

El autor de este ensayo, como estudiante y médico de este tiempo, recibió la misma educación médica falaz y manipulada que nos dieron a todos y no fue consciente de ello hasta encontrarse con el fraude del sida. Aquel encuentro con la bestia que le obligó a exiliarse en un tiempo sabático le proporcionó tiempo para recordar y reflexionar, y esas reflexiones le hicieron ver o le dieron la oportunidad de recordar la manera en que la C.C.I. y su docencia médica estaban al servicio de aquella y le habían engañado cuando era un aprendiz de médico y, si nadie pone remedio, seguirán preparando a los médicos de este nuevo siglo XXI con la idea paranoica de que hay que luchar contra nuestra propia microbiota con productos industriales tóxicos. Si los aprendices y médicos actuales no tienen la oportunidad de enterarse de la existencia del microbioma humano y siguen recetando medicación tóxica, seguirán creando la mayor situación de iatrogenia de la historia.

CAPÍTULO 10.

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