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L A MICROBIOTA Y EL MICROBIOMA HUMANO

Dalam dokumen ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES RARAS (Halaman 42-46)

multicelulares… en realidad somos ecosistemas de múltiples especies microscópicas (algas, hongos, bacterias…) que viven en el interior de nuestros organismos en simbiosis armónica en estado de salud total y perfecta.

En 1958, el genetista y microbiólogo Dr. Joshua Lederberg[12] junto con su esposa la microbióloga Dra. Esther Miriam Zimmer estudiaron varios ecosistemas ubicados en distintos sistemas orgánicos del cuerpo humano y pudieron describir detalladamente el conjunto de sus gérmenes o microbios que viven en su interior orgánico; a ese conjunto de especies microscópicas que viven en el interior del cuerpo humano lo bautizó con el nombre de microbiota y al conjunto de sus genes les llamó microbioma humano. Y el lector debe saber que este conjunto de gérmenes descrito por el Dr. Lederberg y, antes y después de él, por muchos otros microbiólogos y que fue bautizado con el nombre de microbiota incluye, sin exclusión alguna, a todos aquellos microbios que fueron identificados como agresivos y causantes de enfermedades como la difteria, la meningitis, la neumonía, el cólera… por los primeros cazadores de microbios de principios del siglo XX; repetimos para que el lector se entere bien y no crea que está alucinando: todos esos microbios que fueron presentados como asesinos ante los estudiantes de medicina en las aulas de la facultad y ante los ciudadanos en tantas películas y novelas y que la prensa nos los ha presentado numerosas veces como causantes de terribles epidemias, en realidad, según la biología (no contada o más bien ocultada a propósito) del siglo XX, los microbios humanos que nos habitan y que fueron acusados de causar enfermedades no son enemigos sino amigos y socios nuestros y, además, viven en simbiosis armónica formando una población de varias especies microscópicas a las que se les puede llamar, desde 1958, con el nombre de microbiota humana… ¿Qué tal?… Toda esta información es desconocida incluso por la mayoría de los médicos en activo y por los estudiantes de medicina, puesto que ha sido censurada y ocultada por el sistema de salud, como vamos a explicar en este ensayo.

Los escasos médicos y microbiólogos que durante el siglo XX fueron comprobando que nuestros microbios eran inofensivos lo pudieron conseguir debido a la mejor tecnología con la que contaron; tuvieron mayor acceso a la observación de aquellos microbios que habían sido acusados de producir enfermedades; contaban con muchos más aumentos en sus microscopios, incluso tenían el microscopio electrónico, contaban con los tests y pruebas reactivas inmunológicas desconocidas a principios del siglo XX, contaban con mejores

materiales de siembra y cultivo… y resultaba que toda la información que obtenían sobre nuestros gérmenes no cesaba de evidenciarles la realidad innegable de que esos microbios nuestros no eran enemigos peligrosos, como habían afirmado prematuramente los primeros cazadores de microbios, sino que formaban una extensa comunidad de seres simbiontes que viven en armonía en el lugar exacto que les corresponde según su propia naturaleza, viven y prosperan en su propio ecosistema; y que resulta… que éste no es otro que el organismo humano. [13] Incluso vieron y comprobaron con total certeza que algunas de esas especies simbiontes no tienen otro hábitat que nuestro organismo y, por tanto, son endemismos nuestros; lo cual significa que sólo pueden vivir en el interior del organismo humano desde su nacimiento hasta su muerte y, además, está comprobado que esas especies endémicas cuyo único hogar en el cosmos es nuestro organismo son una herencia saludable que transmiten las madres humanas a sus hijos en el momento del parto; todo eso se ha ido sabiendo a lo largo de todo el siglo pasado y se sabe ahora y, sin embargo, estas especies endémicas habían sido (y todavía lo son) acusadas de causar enfermedades como la difteria, la meningitis, la gonorrea… pero esta información que, estamos seguros, sorprenderá al lector se ha evidenciado a lo largo del siglo XX y en la actualidad existen médicos y biólogos que saben que todos los humanos, sanos y enfermos, poseemos todas esas especies microscópicas porque son elementos propios de nuestro propio patrimonio biológico, forman parte del microbioma humano o microbiota, de la misma manera que los árboles, arbustos, mamíferos, peces y aves de una cordillera forman parte del patrimonio biológico de ese lugar.

Por tanto, ante la evidencia de la realidad de nuestra microbiota, vamos a explicar al lector a lo largo de este ensayo la falsedad de la teoría de la infección y le vamos a contar la verdadera historia de los intereses económicos de la industria química que, ayudada por unos médicos industriales, vio en los microbios una oportunidad de hacer negocio que indujo a los científicos a verles y describirles como una amenaza alienígena y a hacerles la guerra… La industria médica y sus médicos industriales nunca quisieron, ni les interesó, tener en cuenta la opinión de los médicos que intuían la posibilidad de que, en realidad, eran una parte de nosotros mismos; después del enfrentamiento que se mantuvo durante la primera mitad del siglo XX entre el primer y segundo grupo de médicos… finalmente se impuso la novedosa y falsa teoría de la infección de una manera dominante e indiscutible a partir de los años 50 del siglo pasado y, desde entonces, como resultado de esta guerra civil contra

nosotros mismos con el consumo de productos tóxicos, no sólo han resultado perjudicados nuestros gérmenes sino que también hemos salido intoxicados la totalidad de la población de humanos de Occidente.

Por tanto, vamos a mostrarle al lector que la teoría de la infección ha sido y es la principal causa y motor de la iatrogenia generalizada que padece la sociedad occidental, que después de más de 60 años está llevando a la población cobaya intoxicada y enferma a un punto de no retorno que va significar la aniquilación de la población de la “sociedad del bienestar”, esa población confiada y que cree estar en manos de la mejor medicina de la historia, es más, en manos de la única medicina.

CAPÍTULO 4.

UN DOCTOR NADIE ANTE UNA ALUCINACIÓN

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